La Vanguardia (1ª edición)

Volar como una heroína

Que la plantilla del Barça manteara a la colchonera Virginia Torrecilla es el reflejo del buen clima que envuelve al fútbol femenino

- SERGIO HEREDIA

En el 2015, después de abandonar el Barça para firmar por el Montpellie­r francés, Virginia Torrecilla declaró:

–Si quieres vivir del fútbol y triunfar, tienes que salir de España.

Entonces, Torrecilla tenía 21 años, una salud de hierro y un contrato minúsculo: en España, el fútbol femenino se movía entre las sombras.

El cambio de aires iba a ser un acierto. Su aventura en el Montpellie­r iba a hacer de ella un referente del fútbol europeo, una de las primeras grandes futbolista­s internacio­nales que ha dado nuestro país.

Así que, cuando volvió a España, ahora en el 2019, ahora en el Atlético, parecía dispuesta a comerse el mundo: la liga femenina avanzaba hacia la profesiona­lización, se había populariza­do el rostro de un abanico de jugadoras y las television­es y los medios proyectaba­n sus proezas.

Este era otro escenario.

Cuando regresaba a España, Virginia Torrecilla lo hacía dispuesta a echarle otro cable al fútbol femenino: pretendía llevarlo a otra dimensión. Y entonces vino el cáncer.

(...)

El cáncer había aparecido por sorpresa y a traición. En mayo del 2020, en pleno confinamie­nto, Virginia Torrecilla sintió presión en las cervicales, una presión insoportab­le, mareante, tanto que le impedía correr y saltar, y fue a pedirle consejo al médico y así obtuvo la respuesta, la más incierta:

–Tienes un tumor cerebral.

Aquel diagnóstic­o había llegado el 14 de mayo.

El 18, tras cuatro días de dudas, secretos (a su hermana, embarazada de cinco meses, le contó que estaba lesionada de una rodilla) y miedos, entraba en el quirófano en Navarra.

(el club pagó los gastos, incluido el desplazami­ento de sus padres a Pamplona, síntoma de que el fútbol femenino ya juega en otra categoría)

El 20, Virginia Torrecilla hacía público su caso.

–Creo que soy un personaje público y que puedo ayudar a otras personas. Y así ha sido, la verdad: mucha gente me ha escrito para contarme su historia – contaba.

Luego se retiraba a los cuarteles de invierno: Virginia Torrecilla iba a vivir casi 700 días sin fútbol, un parón que incluyó sesiones de quimio y radioterap­ia, pérdida de cabello y peso, noches de pesadilla en las que se ensoñaba repitiéndo­se que volvería a “tocar el balón con el césped bajo los pies”. Despertaba, al fin, este domingo. Aún más delgada de lo habitual, con el pelo corto y una sonrisa en los labios, Virginia Torrecilla salía a calentar y al fin saltaba al terreno de juego, a cinco minutos del final de la Supercopa, antes de verse manteada por las rivales azulgrana (qué importa el resultado, importa la persona), síntoma de que el fútbol femenino, gane más o menos, se mueve en el territorio de la generosida­d más altruista.c

El cáncer fue traidor; en el confinamie­nto de mayo del 2020, Torrecilla sintió presión en las cervicales

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