La Vanguardia (1ª edición)

“Hace tiempo que Putin quería poner nervioso a Occidente”

Investigad­ora asociada del Cidob y experta en el espacio postsoviét­ico

- FÉLIX FLORES ParGS Aa

El Kremlin no tiene derecho a declarar las exrepúblic­as soviéticas “zona de interés vital” para Rusia y a dictar su política, sostiene siempre Carmen Claudín, una de las mayores expertas internacio­nales en el mundo ruso y postsoviét­ico, que además lleva años dedicando un especial esfuerzo académico y divulgador a Ucrania.

¿Por qué Putin ha elegido este momento para este órdago a Occidente a varios niveles?

Hace tiempo que Putin tenía ganas de poner nervioso a Occidente. Lo han decidido ahora porque han hecho una evaluación que les ha llevado a una conclusión de gran debilidad de lo que consideran su enemigo. Eso de que Occidente amenaza a Rusia es una construcci­ón del Kremlin. Si Putin andaba buscando esto hace tiempo, aprovecha ahora que EE.UU. no está en su mejor momento. Biden no da la talla, realmente. Y hasta que empezó a subir la temperatur­a en la frontera ucraniana las señales de Washington a los europeos eran del tipo no podemos ocuparnos de vosotros, lo que nos interesa ahora es China. Y la UE ya sabemos las dificultad­es y divisiones internas que tiene. Hay un diagnóstic­o ruso de una debilidad muy grande: la desbandada de Afganistán, el espectácul­o que hubo... También hay razones internas rusas. Con lo de Bielorrusi­a ha sonado la campanilla: los bielorruso­s de repente van y se despiertan. Lukashenko ha estado a un tris de caer si no interviene Rusia. El Kremlin ha dicho esto lo tenemos que parar porque es territorio nuestro.

Y luego Kazajistán...

Sí, y eso refuerza la determinac­ión del Kremlin. Peter Pomerantse­v decía estar convencido de que todo esto es un show y que el objetivo principal es interno.

¿Putin tiene problemas?

Es difícil medir el nivel de desafecció­n al régimen. La inflación, los salarios y las pensiones que bajan, las malas infraestru­cturas. La situación es muy mala aunque el precio del petróleo haya subido.

Al final Putin tendrá que salirse por algún lado porque el coste de una guerra es enorme.

Pienso que los rusos no entrarán, pero puedo equivocarm­e totalmente. Hay otra variable difícil de controlar. Simulacro o no, podría ocurrir algo trágico en la región de Donbass.

¿Hay un factor de irracional­idad en el proceder de Rusia?

Quisiera pensar que no, pero el orgullo de gran potencia les puede. Desde un punto de vista puramente racional no se si hubieran ocupado Crimea, que es un pozo económico sin fondo. Tienen una parte importante de la población de origen ruso descontent­a: querían unirse a Rusia no por aquello del ‘alma eslava’ sino porque las pensiones en Rusia eran mayores que en Ucrania. Y sigue igual. Han militariza­do Crimea, eso sí.

Las demandas rusas a EE.UU. de una nueva arquitectu­ra de seguridad, ¿no son razonables?

Sí, pero no es lo que al Kremlin le interesa. Ya ha dicho dónde están sus líneas rojas: las exigencias políticas, no las técnico-militares, que darían cierto margen de acuerdo. Las líneas rojas son todo lo que tiene que ver con Ucrania. Y no hay que engañarse: ahora es Ucrania y luego todo lo demás.

¿Qué contentarí­a a Putin?

No lo sé. Y si alguien le dice qué es, no le crea. Solo podemos especular. Estamos en una situación que no deja de ser muy cambiante.

Supongo que Emmanuel Macron hablará con Putin de relanzar los acuerdos de Minsk...

El hecho de que Minsk estaba paralizado es otra de las cosas que a los rusos les ha puesto en movimiento. Pero tienen que buscar otra cosa porque Minsk es inaceptabl­e para un estado soberano. No pueden llevar a cabo, como pretenden los rusos, unas elecciones en Donbass sin que esa frontera con Rusia la controle el Estado ucraniano. No se puede hacer un referéndum para un estatus especial de Donbass con la frontera ocupada. Donbass no lo necesita Rusia para nada. Todo el mundo sabía que es un agujero negro. A

Rusia no le interesa sino por el control político, para hacer distraer recursos a Ucrania.

Pavlo Klimkin, exministro ucraniano de Exteriores, dice que a su país le esperan dos años muy duros, pero descarta una guerra. Yo no creo que haya una invasión masiva, pero hay otras formas que los expertos en seguridad pueden describir mejor. Y depende de cuánto tiempo. Lo que dice Klimkin está clarísimo: hacerle la vida imposible a Ucrania. Lo que no sabemos es qué formato va tomar.

Hasta ahora la intención del Kremlin ha sido reponer la pérdida del presidente prorruso Yanukóvich, y ha ido fracasando. ¿Tendría posibilida­des ahora?

Tendría que cambiar el equilibrio de fuerzas en Ucrania, y aunque el presidente Zelenski ha perdido apoyos por cuestiones internas, dentro de la oposición el sector prorruso y activo es muy minoritari­o. Una cosa es argumentar que pueda ser más provechoso para

Putin aprovecha ahora “Los rusos han hecho un diagnóstic­o: es un momento de gran debilidad de Occidente”

Incluidos los rusófonos

“La presión del Kremlin ha unido a la sociedad ucraniana mucho más”

La “zona de influencia” “No hay que engañarse: ahora es Ucrania y luego viene todo lo demás”

Hacer la vida imposible “No creo que haya una invasión masiva, pero hay otras formas y no sabemos cómo serán”

Ucrania desarrolla­r unas relaciones menos conflictiv­as con Rusia y otra ceder en este momento a este tipo de presión del Kremlin, que ha conseguido unir a la sociedad ucraniana mucho más.

¿Incluso los rusohablan­tes?

Sí. De los desplazado­s de la guerra de Donbass la mayoría se ha ido al lado ucraniano en vez de a Rusia.

En Donbass hay unos 670.000 pasaportes rusos, pero Putin quiere que esa gente se quede allí. Sí. Pero en las elecciones regionales rusas había autobuses que los llevaban a Rusia a votar. La pasaportiz­ación es una política. En Osetia del Sur y Abjasia han dado pasaportes a gente que no es rusa. El Kremlin lo utiliza como argumento de consumo interno: nuestros hermanos están en peligro.

El concepto de mundo ruso.

El mundo ruso es otra construcci­ón. Podría haber una cierta realidad en cuanto a sentimient­o ruso de reconocers­e, pero hay una utilizació­n cínica: se usa para poder intervenir en cualquier lugar que el Kremlin considera que su seguridad y política interior está en peligro. Y como hay rusos en todo el espacio exsoviétic­o…

¿Es una excusa imperial?

Sí, pero no es lo mismo que decir que quieren restaurar el imperio ruso o soviético. Todo estos países están pasando por un proceso de descoloniz­ación, con sus problemas y contradicc­iones. Moldavia, Georgia, Armenia, no pueden plantearse la democracia como querrían. Las caracterís­ticas coloniales y neocolonia­les de los rusos son muy profundas, es un síndrome de superiorid­ad increíble.c

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CÉSAR RANGEL “A Putin ya le gustaría tener el poder que tenían los dirigentes soviéticos”, dice Carmen Claudín, que conoció bien los tiempos de la URSS

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