La Vanguardia (1ª edición)

Los conservado­res adelantan a los socialista­s en los sondeos portuguese­s

Los bloques de derecha e izquierda, claves en las elecciones del próximo domingo

- ANXO LUGILDE

En 1993, el hoy primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, y entonces candidato en un municipio de la periferia de Lisboa, organizó una famosa carrera entre un burro y un Ferrari, que ganó el primero para demostrar el desastre del tráfico metropolit­ano. Ante las elecciones legislativ­as del próximo domingo, Costa pidió a la ciudadanía el Ferrari de la política lusa, la mayoría absoluta, pero hay alguna encuesta que le atribuye el burro, al quedar por detrás del conservado­r Rui Rio, lo que le mandaría para casa. En medio emerge la opción de que se quede como está desde el 2019, con un coche del montón, en una carretera llena de curvas, en minoría o con alianzas incómodas.

Mayoría absoluta. Estas dos palabras parecen malditas para el Partido Socialista (PS). Solo obtuvo una, la del 2005, de José Sócrates, años después encarcelad­o por corrupción, tras un período recordado como despótico. En 1999, el hoy secretario general de la ONU, António Guterres, sacó 115 de los 230 diputados, a uno del objetivo. “Las mayorías absolutas no se piden, se ganan”, repetía Guterres en privado ante las presiones de parte de sus ministros para solicitarl­a sin ambages.

En ese Gobierno del PS estaba Costa, que la semana pasada, en el debate televisivo a nueve, rompió el tabú de Guterres, abandonó sus circunloqu­ios de meses anteriores y pidió sin rodeos la mayoría absoluta para asegurar la “estabilida­d”, necesaria a su juicio para pasar “la página de la pandemia”.

Después de gobernar en alianza con los comunistas y el Bloque de Izquierda entre el 2015 y el 2019 y en minoría desde entonces, Costa dejaba claro que, tras tener que ir a elecciones porque su presupuest­o fue rechazado, pretende aprovechar para reforzarse al máximo. Sin embargo, a partir de ahí todo empezaba a torcerse para los socialista­s, que ya venían de semanas de pérdida de fuerza, sobre todo cuando en el conservado­r PSD Rui Rio conseguía una vez más imponerse a la vietnamita oposición interna, nostálgica de los tiempos de Passos Coelho, y se confirmaba como el candidato para el próximo domingo.

Hasta hace unos días el diagnóstic­o general de los sondeos indicaba una clara victoria del PS, sin llegar a la mayoría absoluta, con un PSD algo reforzado, pero a distancia, y la ultraderec­ha del Chega al alza, aunque no tanto como se llegó a pensar.

Esta semana hubo un vuelco. En el tracking diario de la CNNPortuga­l, el PSD apareció por primera vez delante del PS de Costa, que ha anunciado que en ese caso dimitiría en la noche electoral. Después, el PS volvió a ponerse por delante con el PSD cerca, escenario similar al de la última encuesta de hace seis días de la RTP. Pero ayer, en el sondeo del Jornal de Notícias, el PSD de Rio volvía aparecer por delante, con un 34,4%, frente al 33,8% de Costa. Por bloques, la derecha superaría a la izquierda por décimas. En la media de sondeos de Rádio Renascença, el PS sigue por delante, cuatro puntos sobre el PSD, que va recortando distancia.

De ser correcta la montaña rusa de las encuestas, que han fallado a menudo, la clave estaría en la fuerza de cada uno de los bloques. Por eso los socialista­s insisten en atacar al PSD con la alianza que hizo en las Azores, incluyendo a la ultraderec­ha del Chega. Su líder, André Ventura, exige entrar en un hipotético Gobierno conservado­r, a lo que se niega un Rui Rio que sí ha adelantado que aceptaría los votos del Chega. Mientras el otro partido tradiciona­l de la derecha, CDS, lucha por no quedar fuera del Parlamento, brilla Cotrim Figueiredo, líder de Iniciativa Liberal, el otro de los nuevos partidos portuguese­s que cotiza al alza.

La lógica de bloques también se percibe en la izquierda, a la que Costa, ya sin la mayoría absoluta

No se descarta algún tipo de entendimie­nto entre los dos grandes partidos, PS y PSD, para asegurar la estabilida­d

en los labios, se refiere como su “familia política”.

El Bloque le ha tendido la mano, en una coyuntura muy complicada, porque las encuestas penalizan su voto en contra a los presupuest­os, con los comunistas, y señalan que ambas formacione­s podrían ser superadas por el Chega como tercera fuerza. Para el PS había un as en la manga, que sería un acuerdo con los animalista­s del PAN y el progresist­a Livre, pero ambas fuerzas aparecen como tan pequeñas que resulta muy difícil que le valgan.

Tampoco hay que descartar que, sin llegar a la gran coalición, hubiese algún tipo de entendimie­nto entre los dos grandes partidos, PS y PSD, para asegurar la estabilida­d. La incertidum­bre crece, porque, además, en el muy abstencion­ista Portugal, donde en el 2019 solo votó el 54% del censo, las señales resultan preocupant­es, pese a lo abierto en apariencia del resultado. El pasado domingo, en la jornada de voto anticipado, el Gobierno esperaba que se inscribies­e un millón de personas y sólo lo hicieron algo más de 300.000, mientras es muy polémico que los contagiado­s y aislados puedan votar el domingo, de 6 a 7 de la tarde.

La política lusa parece ahora tan compleja como el tráfico que denunciaba Costa en 1993 con el burro y el Ferrari.c

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PAencicA sE MELO MOnEcnA / AFA Hubo portuguese­s que ya empezaron a votar el pasado domingo

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