La Vanguardia (1ª edición)

Los resbalones del líder

Las respuestas irreflexiv­as y los roces con la prensa dañan a Biden y le obligan a rectificar

- FERNANDO GARCÍA Washington. Correspons­al

Joe Biden no es el primer presidente de Estados Unidos ni mucho menos el primer dirigente de un país que habla por los codos. Su problema es que a menudo lo hace sin filtro ni recato; da la impresión de que suelta lo primero que le viene a la cabeza. Y el líder acaba pagando cada patinazo. Ocurrió por enésima vez el miércoles, cuando aseguró que la dureza de la represalia contra Rusia si agrediera a Ucrania dependería de si el ataque fuera “menor” o mayor. ¡En buena hora! Los gobernante­s ucranianos se declararon “atónitos”, lo mismo que los de media Europa del Este y más allá. No se invade un país “un poco”, vinieron a replicar. Y el presidente tuvo que tragarse sus palabras. De inmediato y en seco. Una vez más.

La respuesta a Moscú en la crisis de Ucrania, señaló Biden textualmen­te, “dependerá de lo que haga”. Pues “una cosa es una incursión menor” que derive en “una discusión sobre qué hacer o no” –razonó–, y otra muy distinta es “si realmente hacen lo que son capaces de hacer con las fuerzas acumuladas en la frontera...” En ese caso, es decir el de los soldados rusos “cruzando la frontera y matando combatient­es ucranianos, va a ser un desastre para Rusia”, precisó. Y, para empeorarlo, añadió que del tipo de agresión que ordenara Vladimir Putin dependería también “la capacidad de lograr la unidad en la OTAN”.

Enseguida, la Casa Blanca envió una nota con una evidente aunque inconfesa auto corrección. El presidente “ha sido claro” con su homólogo ruso –indicaba– en el sentido de que “si alguna fuerza militar rusa cruza la frontera con Ucrania, se trata de una nueva invasión que hallará una respuesta rápida, severa y unida de Estados Unidos y nuestros aliados”.

El propio presidente repitió a las pocas horas el mensaje de rectificac­ión.

En pocos días, Biden alarma a Ucrania con su tesis de una invasión “menor” y la lía al insultar a un periodista

Y lo mismo hizo su secretario de Estado, Antony Blinken, a fin de aplacar la indignació­n y sorpresa que la disquisici­ón inicial del jefe había ocasionado al otro lado del Atlántico: sobre todo en el Este pero también, dado el aderezo sobre posibles divergenci­as en la OTAN, en el resto de capitales aliadas.

Después del desagradab­le trago, Biden volvió a liarla el lunes. Esta vez fue con un periodista del ultraconse­rvador canal Fox News al que, en respuesta a una pregunta sobre la inflación, llamó “estúpido hijo de puta”. Lo dijo sin darse cuenta de que su micro seguía encendido. El escándalo fue mundial. Y, de nuevo, el presidente de Estados Unidos tuvo que rectificar, ahora mediante una llamada de disculpa al ofendido, el correspons­al de la Fox en la Casa Blanca, Peter Doocy.

Del mismo modo que esta salida de tono recordó los calentones que el gobernante se había cogido en diciembre y julio con sendos informador­es a los que acusó de hacer preguntas “tontas”, el mucho más grave resbalón sobre Ucrania trajo a la memoria de todos su desliz de octubre acerca de Taiwán: otro de los epicentros de tensión geopolític­a en el planeta. En una entrevista con la CNN, Biden aseguró que, si esa isla fuera atacada por China, EE.UU. saldría en su defensa: una frase que de un plumazo echaba por tierra largos años de calculada “ambigüedad estratégic­a” sobre el asunto.

Lo que siguió puede adivinarse: la Casa Blanca aclaró rápidament­e que la política estadounid­ense en torno a Taiwán no había cambiado. Lo cual no evitó que Pekín pidiera a Washington que no enviara “señales equívocas” que podrían “dañar seriamente los lazos entre China y Estados Unidos y la paz y estabilida­d” en la zona.

Aquella noche, el 21 de octubre, Biden dijo que recurriría a la Guardia Nacional para resolver el problema de suministro­s ocasionado por la pandemia…, cuando resultaba que el Gobierno no lo estaba contemplan­do y que la utilizació­n de ese cuerpo pasa por la supervisió­n de los estados.

Biden ya había cometido algunas otras ligerezas, como cuando se mostró “abierto” a una propuesta de intercambi­o de ciberdelin­cuentes con Rusia que le hizo Putin, y que estaba descartada. O como cuando afirmó que Facebook “mata gente” al permitir infundios sobre las vacunas. En todas las ocasiones, eso sí, el mandatario dio marcha atrás con humildad. Nada que ver con su antecesor, el contumaz mentiroso Donald Trump.c

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MICH EL REYNOLD E E El presidente Biden, durante una intervenci­ón pública el pasado viernes

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