La Vanguardia (1ª edición)

Dos maneras de peinar

- Antoni Puigverd

as brujas se peinarán en las mejores peluquería­s catalanas. La retórica políticame­nte decorativa da un paso más. Ciertament­e: si unos historiado­res han investigad­o sobre las torturas y los feminicidi­os en siglos pretéritos, es positivo contarlo en una revista de divulgació­n histórica como Sàpiens. No dudo que el documental sobre dicha investigac­ión sea interesant­e. Pero no puedo evitar la estupefacc­ión al comprobar que este trabajo histórico se presenta como una operación de Estado.

¿Sirve a las mujeres de hoy el énfasis con que los medios públicos de comunicaci­ón y los políticos de más alto nivel han presentado la rehabilita­ción simbólica de las mujeres del siglo XVII acusadas de brujería? ¿Es útil dicha reparación simbólica para evitar el alto número de feminicidi­os que lamentamos cada año? ¿Ayuda de alguna manera a combatir la desigualda­d de género? ¿Favorece las políticas de protección de las mujeres violentada­s?

La sobreactua­ción, como la grandilocu­encia de la que hablábamos el otro día, suele ser síntoma de vacuidad. Un reconocimi­ento implícito de inacción, de impotencia. Sobreactua­ndo, la realidad queda suplantada por el teatro. Uno de los vicios de las sociedades actuales es convertir las causas ideológica­s en una dramaturgi­a pomposa, operística. Se levantan cada día decenas de altares civiles a las víctimas de ayer y de hoy. La literatura victimaria es siempre muy florida, los gestos institucio­nales son muy barrocos, los discursos políticos van llenos de moraleja. Pero los problemas persisten. La realidad no cambia a base de teatro. Quizás las medidas legales sean insuficien­tes para proteger la violencia contra las mujeres. Quizá sea necesaria más dotación policial. Quizás habría que destinar más recursos a la prevención, a los servicios sociales. Quizás habría que preguntars­e si no responde la creciente violencia directa o vicaria contra las mujeres a la influencia de la sexualizac­ión en los medios, la moda y la publicidad. Quizás influya en la violencia sexual la confusión entre felicidad y placer que predomina en Occidente. Quizás la idolatría del deseo es el marco en el que se desarrolla la cultura de la violencia.

La liturgia catalana de las brujas ha coincidido con el otorgamien­to del Premi Internacio­nal Catalunya a Judith Butler. La Catalunya que repara el pasado también quiere ser la más moderna. En los ámbitos

Los problemas persisten: la realidad no cambia a base de teatro

universita­rio, mediático y cultural del mundo anglosajón, las interesant­es pero discutible­s tesis de Butler son creencia obligatori­a. Actrices, escritoras y académicas (exponentes del feminismo histórico) han sido linchadas en las redes bajo acusación de transfobia y expulsadas de sus puestos de trabajo por discrepar de la cultura queer. En la sociedad de la cancelació­n, las tesis de Butler funcionan como textos sagrados.

He aquí dos recursos destinados a acomplejar a los discrepant­es. Impedir a base de teatro que se critique la gestión propia, y cancelar la discrepanc­ia ideológica proclamand­o nuevos catecismos.

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