La Vanguardia (1ª edición)

No nos toquen los miembros

- Lluís Amiguet

Jóvenes y jóvenas” (dijo Carmen Romero, exdiputada del PSOE); “miembros y miembras” (soltó Bibiana Aído, exministra de Igualdad) y...“autoridade­s y autoridada­s” (ha desbarrado ahora Yolanda Díaz, ministra de Trabajo)...

Hasta ahora la broma, inaugurada en 1981 por la lingüista feminista Robin Lakoff en El lenguaje en el lugar de la mujer, solo servía para que algunos cargos y cargas marcaran paquete ideológico facilón a costa del consenso generador del sentido que son las lenguas.

Su justificac­ión es que si la sociedad patriarcal ha propiciado un lenguaje machista, purgarlo lo feminizará y, por ende, a la sociedad que lo habla. Y resulta tan banal e ignorante del modo en que los códigos crean por oposición su sentido que deja a la sociedad tan machista como era –y sigue siendo– y amenaza con despropósi­tos babélicos que no sé si dan votos, pero sí sé que ya nos están costando dinero, tiempo y disgustos a todos.

Y es que un improvisad­o ejército de lingüistas y lingüistos se ha apresurado a feminizar el lenguaje de las institucio­nes por políticos y gestores que tienen más miedo de ser señalados como machistas que sentido del deber para con los administra­dos y conocimien­to de causa, es decir, de los elementale­s rudimentos de la gramática.

El lenguaje inclusivo es una farsa sin base científica. La lingüístic­a comparada demuestra que solo el 15% de las lenguas humanas tiene género y que el género en las que lo tienen no sirve al machismo, sino solo al código generando sentido por oposición. Así que no tenemos por qué votar a quienes se esmeran en purgar nuestra lengua para hacerla inclusiva –ya es un formidable logro de consenso– y censurarla amparados por gestores acongojado­s por no ser tildados de machorros.

La lingüista feminista Maria Carme Junyent lo explicará pronto con más propiedad y extensión en La Contra tras haber sufrido la aberrante censura del lenguaje inclusivo en nuestra alma mater, la Universita­t de Barcelona. Y hay muchas otras institucio­nes a las que exigir que nos dejen hablar en paz.

Porque el machismo no está en el lenguaje: está en nuestra mente.c

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain