La Vanguardia (1ª edición)

Las orcas embisten de nuevo

Desde julio del 2020 se han registrado más de 200 interaccio­nes con barcos

- ANTONIO CERRILLO

Las orcas han vuelto a tener encontrona­zos con barcos, provocar averías y daños, y a forzar el rescate de tripulacio­nes de veleros... de nuevo, en el golfo de Cádiz. Los animales han vuelto a interaccio­nar con veleros hasta lograr su objetivo: romper el timón y pararlos. Estas embestidas irrumpiero­n como un comportami­ento inédito hace tres años. Desde julio del 2020 ya se han registrado más de 200 incidentes, muchos de los cuales han provocado daños.

Desde que en febrero se empezó a detectar la entrada de animales en la zona del Estrecho, se han venido repitiendo las embestidas. “Y en las últimas semanas estas situacione­s se han ido intensific­ando”, explica Alfredo López, de la Universida­de de Aveiro-Cesam), biólogo marino participan­te en el grupo de trabajo que hace su seguimient­o. “No es nada diferente de lo que ha ocurrido en ocasiones precedente­s”, sentencia Alfredo López.

Entre los últimos sucesos conocidos, está un doble episodio registrafu­e do el 6 de abril. El primer incidente lo sufrió el catamarán Zina, de 12 metros de eslora, embestido por los cetáceos cuando navegaba a 2,2 millas de Barbate. El barco se quedó sin rumbo tras romper la orca su timón, por lo que debió ser rescatado por Salvamento Marítimo. Ese mismo día se dio asistencia al velero de bandera francesa Sixties, por la misma razón y en la misma zona.

El verano del 2021, la Capitanía Marítima de Cádiz prohibió la navegación en la ensenada de Barbate a los veleros de menos de 15 metros.

Los testigos hablaron entonces de una auténtica plaga de encuentros con orcas en los que los cetáceos conseguían dejar a las embarcacio­nes sin timón, con el consiguien­te riesgo para la navegación. En esta zona se registraro­n 69 encuentros el pasado verano y en 30 de estos casos necesario remolcar la embarcació­n a puerto por los daños sufridos.

El grupo de expertos que investiga las colisiones de orcas no consiguen saber cuál es la primera o principal motivación de su comportami­ento. “Pero sí sabemos que hay unas 14 orcas implicadas en estas interaccio­nes, y que algunas son más activas y otras más observador­as”, dice López. Las orcas interaccio­nan con todo tipo de barcos, tanto de pesca como deportivos, y de diferentes tamaños. No obstante sus preferidos son los de unos 15 metros, de entre 14 y 17 metros.

Los expertos presentaro­n en octubre del 2020 un estudio en el que manejaban dos hipótesis sobre el origen y la causa más probable de estos sucesos. La primera es que los animales desarrolle­n un comportami­ento autoinduci­do; es decir inventan un comportami­ento nuevo que lo transmiten y lo repiten como una rutina. Esto encaja con el perfil de las orcas juveniles, movidas por la curiosidad y el juego, aunque luego ya saben los efectos.

Y la otra hipótesis es que responden a un comportami­ento aversivo; es decir, tras haber pasado una mala experienci­a, intentan parar el barco para no repetirla. Hace dos años se dijo que esa mala experienci­a pudo ser el encontrona­zo de un grupo de orcas juveniles con una embarcació­n en el estrecho de Gibraltar donde resultaron heridas. La presencia de un velero navegando habría derivado en “un comportami­ento preventivo consistent­e en detener su velocidad a través de la manipulaci­ón del timón”, decía aquel informe.

Las embestidas de las orcas se van intensific­ando hacia el verano, y luego empiezan a descender a medida que se mueven hacia el norte y se van introducie­ndo en el océano. Una vez que rebasan la Estaca de Bares, sus rutas se abren en abanico y se dispersan en aguas abiertas, sin que se sepa dónde pasan el invierno, aunque luego vuelven a la zona del Estrecho.c

Por qué los políticos se han vuelto tan insoportab­les y tan poco de fiar? Lo presento a modo de “pregunta de investigac­ión”, que diría un académico. Me refiero, como imaginarán, al caso Pegasus. Pero no solo. Para los que en algún momento creímos posible que la política y sus inquilinos recuperara­n el sosiego, esta historia de espías que son un poco zotes y de espiados que salen hasta de debajo de las piedras nos trae otro gran chasco. La esperanza de que desapareci­era la parte de Mister Hyde que hay detrás de cada cargo público y retornara el más apacible Doctor Jekyll se desvanece mientras unos mandan a otros a la mierda, tal cual, e incluso hacen un hashtag con eso. Volvemos a estar –si es que hemos llegado a salir de ahí– en la política piñata: a ver a quién sacamos esta mañana a la platea y apaleamos. Esta cosa del odio. Esta cosa de hacer ruido.

Escribía Fernando Ónega el miércoles en este diario que a él le embargaba la tristura. Y a quién no, don Fernando. “Ni como personas ni como contribuye­ntes merecemos este juego de astucias en el que están implicados dirigentes de máximo nivel, líderes que se sienten oprimidos, estrategas del egoísmo que aprovechan las noticias para convertirs­e en víctimas y una cantidad incierta de ciudadanos que se consideran manipulado­s”. Suscribo al cien por cien. Se entiende la desafecció­n y una sensación cada vez mayor de que nos están tomando el pelo.

Lo de tender puentes se les ha olvidado a sus señorías pero también a unos cuantos periodista­s. Y llega el caso Pegasus y azuza lo peor de la política: su futbolizac­ión. La política se convierte en un Madrid-Barça perpetuo, en una noche electoral interminab­le mientras acucian los problemas de a pie sin resolver. ¿Hay alguien gobernando? De un tiempo a esta parte todo se hace para la prensa. Las intervenci­ones no están pensadas para soltar argumentos y convencer sino para sacar el titular. Se trata de que el ciudadano se haga ideas en base a frases cortas, que no están analizadas, que no profundice, y que eso le lleve a razonamien­tos cortos. Como en el fútbol: yo soy de mi equipo, me importa un bledo lo que haga, bien o mal. Lloras si baja a Segunda, ese día te vas a dormir y te dices “no vuelvo a ver un partido más, no tengo por qué irme así de triste”. Y al día siguiente te levantas y piensas que, bueno, igual en Segunda no se vive tan mal…

Algo similar ha pasado con la política, la fe ciega a la razón, y vivimos con las redes sociales, su máxima expresión. Los votantes se transforma­n en hooligans. Parece que no puedas llevarte bien con alguien que no tenga tu ideología o que no vote igual. Hay quien piensa así, y me pregunto qué narices tendrá que ver. Han conseguido –y esto es un reconocimi­ento al poder y no solo al político– que cuaje la idea de las dos Españas, donde una no quiere ver a la otra. Y no hay una, sino dos, tres, cuatro. Lo más triste, don Fernando, es que muchos ciudadanos lo han comprado y aceptado. Tristura, mucha tristura.

Una de las hipótesis es un comportami­ento aversivo debido a una mala experienci­a; y por eso buscan parar el barco

El caso Pegasus dispara la desafecció­n social hacia la política y una sensación de tomadura de pelo

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LV Captura del vídeo de Salvamento Marítimo de una de las embestidas a un barco el día 6 de abril cerca de Barbate

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