La Vanguardia (1ª edición)

Un bistrot en la Ribera

Agullers, más de 30 años de tradición

- RECOME DAMOS

Este barrio de la Ribera que entre los siglos XIII y XV fue el motor económico de la ciudad se ha transforma­do hoy en día en un barrio exclusivam­ente turístico.

Sin embargo, quedan reductos que aún mantienen la tradición de barrio popular frecuentad­o por los vecinos y parroquian­os habituales.

No es fácil interpreta­r la palabra bistrot. En nuestro idioma, en definitiva, se trata de un establecim­iento pequeño, informal, en el que se disfruta de buena cocina basada en productos próximos tratados con recetas tradiciona­les.

Eso es, exactament­e, Agullers, donde, desde el 3 de marzo de 1991, Mercè Roselló y Joan Pérez atienden a sus clientes. En Agullers, los habituales acuden a diario en busca de una comida casera, sin complicaci­ones, basada en excelente producto.En esta casa los llenos a mediodía son diarios.

En un principio el establecid­a, miento consistía en un único local donde se servía en la barra. Posteriorm­ente se pudo ampliar con el local vecino en el que se hallan ubicadas una decena de mesas. En la cocina Mercè elabora un conjunto de platos basados en el recetario tradiciona­l: ensaladas variadas en función de la tempora- Goce del ambiente de camaraderí­a típico de este restaurant­e. - Buenas ensaladas con diversos componente­s en función de las temporadas.

- Fideos a la cazuela de confianza y garantía. - En temporada, las alcachofas fritas están deliciosas.

- Carnes a la parrilla excelentes elaboradas en la barra.

- Parking imposible. fideos a la cazuela, pies de cerdo, estofado, etc. Además, está a su cargo la atención de las mesas, para lo que cuenta con la ayuda de la simpática Eva.

Entre tanto Joan, en la barra, se encarga de toda la factura de platos a la plancha, a la par que atiende a los comensales situados en dicha barra.

Así pues, como es habitual en estos casos, los propietari­os están al pie del cañón dando la cara, responsabl­es de su propia casa.

El negocio está basado en la complicida­d entre propietari­os y clientes. No es extraño que, una vez terminada la comida, Mercè se acerque y te pida con cariño que dejes la mesa para que pueda ser ocupada por otros clientes.

El respeto que merecen los bistrós de París, los bouchons de Lyon, o los winstubs de Alsacia, también lo merecen estas casas de comida como Agullers, un bistrot catalán con más de 30 años de tradición.c

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RO R O LO Mercè Rosselló y Joan Pérez en la cocina del restaurant­e

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