La Vanguardia (1ª edición)

“Todos los que estamos en esto de la música tenemos un ego monumental”

Músico, publica el álbum ‘The golden light’

- ESTEBAN LINÉS

Una de las obras más ambiciosas de la actual escena musical latinoamer­icana vio ayer su último capítulo con la publicació­n de The golden light (Sony). Detrás de este título se encuentra Fito Páez, referencia­l músico argentino, que con este álbum cierra la trilogía Los años salvajes, y cuyas dos entregas anteriores fueron un primer disco de igual título y uno segundo, Futurologí­a Artl, aparecido hace dos meses.

Además de esta ambiciosa obra en sí, las ganas de Páez de llevarla a los escenarios (tenía previsto actuar hoy sábado en el Auditori del Fòrum) se han visto truncadas al contagiars­e de la covid. Finalmente se le podrá oír en Barcelona el 25 de octubre en dicho escenario.

La idea inicial nace a raíz de un encargo de Julio Bocca, ¿correcto?

Julio es una gran celebridad, un bailarín excepciona­l, y en 1995 quería hacer un espectácul­o con un poco de rock, un y también un poco de música folclórica. Fui un poco reticente porque me pareció una propuesta un punto sosa, y pensaba que podíamos hacer algo nuevo. Pero entre unos y otros recurrimos a textos de Copi o sobre todo al libro Los siete locos, de Roberto Artl, con la intención de contar una aventura con temáticas suministra­das por esos escritores. Piensa que en principio eso tenía que ser un ballet largo. Por un motivo u otro, no se hizo el proyecto inicial y quedaron cuarenta minutos de música que había grabado aquel verano. Estoy hablando de hace veinticinc­o años. Después de muchas idas y vueltas, en los últimos años hice dos o tres relecturas fuertes de Los siete locos. Y en el 2020, antes de la pandemia, trabajé con el grupo y compuse un montón más de música.

¿Cuál fue el siguiente paso?

Cuando en el 2021 habilitan los viajes para salir, nos vamos a Los Ángeles para grabar en remoto con la Orquesta Sinfónica de Praga y grabamos en cinco sesiones la música de la segunda entrega, Futurologí­a Artl.

¿Como nació la idea de una trilogía?

Ese disco fue el primero que grabamos, aunque el primero que se editó fue el segundo que se compuso, Los años salvajes, con banda liderada por el gran Michael Landau. Un poco lío, ya lo sé.

Ese primer disco entonces no tenía ninguna relación con su álbum en torno a la obra de Roberto Artl.

No, no tiene nada que ver. Yo había grabado esos dos discos diferentes en Los Ángeles, y de pronto vi que aquello era una obra conjunta, a la que aún le faltaba algo. Y fue allí cuando pensé que si a eso le diera el color de un piano, solo aquello podía ser una superobra, una trilogía como un libro con tres novelas diferentes del mismo autor.

Netflix va a hacer una serie biográfica sobre usted, El amor después del amor. ¿Cómo le sienta a su ego?

Es una serie que toma como base un libro mio autobiográ­fico que va a salir editado este julio y que se titulará Infancia y juventud.

¿Y qué refleja?

El espíritu de todo lo que ha pasado en mi vida. Lo del ego… lo tengo en un lugar en que no me incomoda. Todos los que estamos en esto de la música tenemos un ego monumental; por el momento me divierte y siempre me he usado como laboratori­o todos estos años. Recuerdo una frase de Lennon que decía que siempre escribía sobre él porque era lo único que conocía…c

Hace tiempo que no suelo abrir a menudo el buzón de casa. Las cartas escasean incluso por Navidad. No es el caso de las facturas, que esas sí suelen ir a más, aunque difícilmen­te llegan ya por correo ordinario. Pero de vez en cuando echo una ojeada al cada vez más en desuso cajoncito que lleva mi nombre en el portal, ni que sea para comprobar si hay alguna notificaci­ón de correos, siempre inquietant­e porque suelen augurar alguna multa de tráfico. Ayer tuve suerte. Publicidad de un súper y, eso sí, una carta turbadora. “A la atención del residente”, se leía en el sobre junto a mi dirección y un sello de tarifa A dedicado a las Fallas valenciana­s. En el remitente firmaban con letra trémula Francisco y Pepi. Lo primero que me pasó por la cabeza mientras subía la escalera era que tal vez se trataba de unos antiguos propietari­os o inquilinos de mi piso. Quizás quisieran revelarme algún secreto, como la existencia de unas monedas antiguas tapiadas en alguna pared; o unas cartas de amores imposibles escondidas bajo una baldosa hidráulica. Demasiadas lecturas y películas, sin duda.

Abro la carta sin renunciar a la aventura y me encuentro el siguiente mensaje: “Mi nombre es Francisco y mi esposa Pepi”. (Ya vamos mal en tema de igualdad, pensé). “El motivo de esta carta es compartir un mensaje positivo y de esperanza. A nuestra familia nos han ayudado los buenos consejos que nos da la Biblia […] La propia Biblia dice: “Toda la Escritura es útil” (2 Timoteo 3:16). Le animamos a beneficiar­se de estos

Quién le iba a decir a Hesíodo que 2.900 años después el ser mitológico estaría en boca de todos

consejos escaneando el código QR adjunto”. Me asalta una alarma. “Pegasus, Pegasus, Pegasus”, piensa mi mente ávida de conspiraci­ones. Escondo el móvil y tecleo en el ordenador una web que también incluye el mensaje. Me lleva a la página de los Testigos de Jehová que, intuyo, cansados de que nadie les abra la puerta, han optado por un sistema de comunicaci­ón con poco presente y menos futuro. Pero ya puestos, acepto el reto que me propone Francisco, y supongo que también su esposa Pepi, y me pongo a buscar en las sagradas escrituras a Pegasus. Y lo encuentro. ¡Tenían razón! Apocalipsi­s 19:11-21. “Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero. Con justicia dicta sentencia y hace la guerra. [...] Está vestido de un manto teñido en sangre, y su nombre es ‘el Verbo de Dios’. Lo siguen los ejércitos del cielo, montados en caballos blancos y vestidos de lino fino, blanco y limpio. De su boca sale una espada afilada, con la que herirá a las naciones. Las gobernará con puño de hierro”. Ups.

Aparto los males pensamient­os intentando visualizar al Pegasus original, aquél que corre batiendo las alas el cielo del Olimpo y de cuya existencia nos habla por primera vez Hesíodo. Quién le iba a decir que 2.900 años después el animal mitológico estaría en boca de todos. Hay que agradecer a los hackers y a los cuerpos policiales que con los nombres de virus y operativos ayuden a mantener vivos a los mitos.

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XAVIER CERVERA El músico y cantante argentino fotografia­do en Barcelona

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