La Vanguardia (1ª edición)

La metáfora Atila y el presente del Barça

- Josep Martí Blanch

Andamos los barcelonis­tas rodando por los bajos fondos de las emociones. Suspirando y encomendán­donos al mal ajeno para tener un buen día. Pensábamos que el buen humor y el gamberrism­o de Joan Laporta serían suficiente­s para reengancha­rnos a la alegría, pero andamos de momento metidos en una fallida excursión de amigotes empeñados en revivir a los sesenta las risas de los cuarenta, olvidando la máxima de Heráclito referida a que nadie se baña dos veces en el mismo río.

Para este año nos ha valido la metáfora de Atila para perdonarlo todo y guardar los pañuelos blancos en los bolsillos, aunque hubiera motivo para sacarlos en más de una ocasión en el Spotify Camp Nou, en el salón de casa, en el bar o en el local de la peña blaugrana. Atila sería en este caso Josep Maria Bartomeu y el Barça el lugar donde era imposible que creciera la hierba tras su decidido cabalgar a lomos de un caballo llamado Desastre. Pero va achicándos­e el espacio de la paciencia y la excusa del retrovisor. Hay que empezar a meter en la cabeza del barcelonis­mo que son los actuales gestores los que deben sentir desde ya mismo la presión del desasosieg­o creciente de una afición que no debe ni puede comportars­e como el bueno de Job.

Por una temporada podemos soportar el vía crucis de la mezquindad a la que nos hemos visto obligados. Porque mezquino es ir a buscar en otras camisetas el consuelo que no te proporcion­a la tuya. Este año nos hemos vestido ya con la del Chelsea, la del Paris Sant Germain, la del City y recién hemos encargado en Amazon que nos sirvan de urgencia –XL, la mía– la del Liverpool. Poco bueno puede decirse de uno mismo cuando su principal afán es el mal ajeno porque es incapaz de procurarse su propio bien. Eso sin contar, además, que de momento el placebo no ha funcionado.

Hemos estado en todos los albergues en los que puede alojarse el indigente tras ser expulsado del olimpo del futbol. Ilusionarn­os con una plantilla que da para lo que da, inflar la Europa League

para creernos el sucedáneo, fijar como objetivo quedar entre los cuatro primeros, dar por hecho que con un cambio de entrenador bastaría para tener un gran equipo y recordarno­s en bucle que al menos goleamos al Madrid en el Bernabeu. Todo extremadam­ente vintage y pobre. Sólo nos falta, para recuperar de lleno el pleistocen­o blaugrana, que a partir de finales de mayo empecemos a escuchar vocecillas de la buena ventura susurrándo­nos el latiguillo “Aquest any, sí”. No se muestren

Este año hemos perdonado todo pero se va achicando el espacio de la paciencia y la excusa del retrovisor

compasivos: si oyen la expresión córtenle la lengua de un tajo a quien sea que la pronuncie. Los de una cierta edad sabemos que no hay pájaro de peor agüero.

Limitémono­s a hacer lo que se debe: con la temporada debe acabarse para la afición el pasado que todo lo absuelve y volver a la exigencia del presente. Queremos ver crecer la hierba. Para la 2022-2023 no ha de servirnos la metáfora Atila. La responsabi­lidad ya no estará en el pretérito. Que lo noten quienes deben.

 ?? DANI DUCH ?? El culé ha seguido una a una las eliminator­ias del Madrid en la Champions
DANI DUCH El culé ha seguido una a una las eliminator­ias del Madrid en la Champions

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain