La Vanguardia (1ª edición)

Moscú y Kyiv se acusan de nazismo en el aniversari­o de la victoria

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sión se espera una gran asistencia.

Los muros del Kremlin y el mausoleo de Lenin (cubierto para la ocasión),elGUM,elMuseoEst­atal de Historia y la colorida catedral de San Basilio están adornados con pancartas con los colores nacionales (blanco, azul y rojo) o la cinta de San Jorge, otro de los símbolos militares consolidad­os en los últimos años. Emblemas soviéticos de la Segunda Guerra Mundial y fotografía­s icónicos del conflicto, como la que retrató a soldados del Ejército Rojo colocando en 1945 la bandera de la URSS sobre el destruido Reichstag de Berlín. Niños pequeños que llegan de la mano de sus padres llevan un gorro militar típico de los años cuarenta, con una estrella roja en el frontal. Y los veteranos y militares lucen sus medallas en ocasión tan especial.

Pero a los símbolos tradiciona­les, el conflicto con Ucrania ha añadido otros. La Z, que apareció por primera vez en los tanques que entraron en Ucrania, ya es signo de patriotism­o en Rusia y apoyo a la campaña militar en Ucrania. El sábado apareció prendida en la solapa de muchos espectador­es. E incluso en el cielo, cuando un grupo de ocho aviones de combate MiG29 pasó por encima de las torres rojas del Museo Estatal de Historia y sobrevoló la plaza Roja formando la Z.

Cuando se aleja el último carro de combate y los militares han abandonado la plaza, los periodista­s podemos hablar con los espectador­es. “Es impresiona­nte, se te pone la carne de gallina, porque estamos orgullosos de nuestro país, de nuestro presidente”, aseguraba el sábado una joven llamada Tatiana.

Otro de los asistentes, Stanislav, explicaba que el día de la Victoria “es una fiesta de la paz”. Según él,

El Kremlin ha negado rumores de que Putin iba a declarar la guerra oficialmen­te en el desfile

“un ejército tan potente como este nos asegura la paz. Y es una garantía para nuestra seguridad y la de ustedes”. Sobre la situación en torno a Ucrania, “espero que se resuelva pronto. Si Bielorrusi­a, Ucrania y Rusia siguieran juntas, tendrían una gran fuerza, pero no una fuerza agresora, sino como garantía de paz para todo el mundo. Y lo que ahora está pasando no habría sucedido”, aseguraba.

Por supuesto, durante el desfile militar, los timbales, trombones y trompetas de la orquesta no tocan ninguna canción pacifista. Que en Rusia, haberlas haylas: desde el clásico Lo que debo decir, que el cantante y poeta Alexánder Vertinski compuso en 1917 tras la revolución de octubre; hasta ¡No dispares!, de Yuri Shevchuk, considerad­a una de las mejores canciones del rock ruso del siglo XX y compuesta tras el inicio de la guerra soviética en Afganistán.

Tras el desfile, la plaza Roja de Moscú va quedando despejada. Los espectador­es van saliendo mientras aprovechan para hacerse fotosyecha­runvistazo­alaenorme explanada desde otro ángulo. Mientras tanto, en un extraño sarcasmo de la actualidad, comienzan a volver las palomas. Pero ninguna blanca.c

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