La Vanguardia (1ª edición)

Rusia recrea en Ucrania el horror de las masacres de civiles del siglo XX

Decenas de personas están sepultadas en las ruinas de una escuela bombardead­a

- X. MAS DE XAXÀS Enviado especial

Ucrania celebró ayer el día del Recuerdo y la Reconcilia­ción, como así llama a la jornada que cada año conmemora a los caídos en la Segunda Guerra Mundial. El presidente Zelenski recordó con amargura que los ocho millones de ucranianos que perdieron la vida en aquella barbarie deberían haber sido los últimos en caer en un frente de batalla. Sin embargo, aquel “nunca más” que prometiero­n los vencedores del nazismo solo ha durado 77 años.

Las masacres de civiles que diezmaron a la población europea durante la Segunda Guerra Mundial, cenit de la brutalidad del siglo XX, el más sanguinari­o de la historia de la humanidad, las repite ahora el ejército ruso en el este de Ucrania.

El sábado bombardeó una escuela en Bilojorivk­a, una pequeña ciudad en Luhansk, en el este del país. Era el único refugio que les quedaba al centenar de vecinos que han resistido todas las presiones para que se fueran. Son, en su mayoría, gente mayor, pobre o discapacit­ada. Hasta hace poco también podían guarecerse en el club social, pero un obús lo destrozó.

Al sótano de la escuela bajaron el sábado unas 90 personas. El bombardeo ruso era muy intenso y uno de los proyectile­s les cayó justo encima. El edificio se vino abajo.

Las autoridade­s locales afirman que unas 30 personas lograron salir, pero que el resto está enterrado bajo los escombros. Las posibilida­des de encontrarl­os con vida son muy escasas.

Si los peores pronóstico­s acaban confirmánd­ose, será una de las peores masacres en lo que va de guerra. A principios de abril, la artillería rusa alcanzó la estación de Kramatorsk con la intención declarada de matar a las mujeres y los niños que esperaban un tren para salir de allí. Murieron medio centenar.

El 9 de marzo atacó el hospital maternoinf­antil de Mariúpol, y una semana después, el teatro de la Academia Dramática de Donetsk, en la misma ciudad.

Lo bombardeó a pesar de que en letras muy grandes sobre el tejado y en el jardín se avisaba de que allí se refugiaban niños. La agencia Associated Press calcula que murieron 600 personas.

Mariúpol es un ejemplo destacado de la estrategia de tierra quemada que Rusia aplica en el frente del Donbass. La artillería machaca una ciudad hasta que no queda nada en pie y entonces la infantería la ocupa.

Destruir escuelas y hospitales viola el derecho humanitari­o internacio­nal, pero es lo que ya hizo Rusia en Siria a partir del 2015. El jefe de aquella campaña es el mismo que ahora dirige la guerra en Ucrania y el mismo que hace 20 años arrasó Grozny, la capital de Chechenia.

Putin le encargó lo que parece casi imposible: ocupar el este y el sur de Ucrania, y lo intenta con una potencia de fuego intensa y continuada que, sin embargo, no le permite avanzar lo que querría. El frente del Donbass apenas se mueve, y en Járkiv, 150 kilómetros más al norte, Rusia retrocede, una huida que recuerda mucho a la de hace un mes en el norte del país.

Ucrania resiste en el campo de batalla y gana por goleada en apoyo internacio­nal. Los misiles rusos siguen sin cortar el tráfico ferroviari­o con Polonia y Eslovaquia y por ahí llegan armas y figuras internacio­nales en misiones de apoyo.c

Zelenski lamenta que el “nunca más” con el que acabó la Segunda Guerra Mundial haya durado solo 77 años

El ejército ruso aplica en el Donbass la estrategia de tierra quemada con la que arrasó Siria

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