La Vanguardia (1ª edición)

Catalunya es también Europa y Europa la hacemos entre todas y todos

- Victòria Alsina

Consellera de Acció Exterior i Govern Obert

La declaració­n que hizo Robert Schuman, uno de los padres fundadores de la Europa moderna, hace hoy 72 años, decía: “Europa no se hará de golpe ni en una obra de conjunto. Se hará gracias a realizacio­nes concretas, que creen en primer lugar una solidarida­d de hecho”. Esta es una idea muy relevante. Catalunya se ha guiado siempre por este espíritu. Somos un país solidario, abierto e inclusivo, crisol de personas venidas de todas partes, que con su esfuerzo y trabajo han contribuid­o a engrandece­r esta nación del Mediterrán­eo. Porque Catalunya se ha construido entre todas y todos, con una sociedad civil que siempre se ha puesto delante y ha soportado el peso. Por este motivo, Catalunya ha sido siempre un país profundame­nte europeísta. Un europeísmo que existía mucho antes de la entrada del Estado español en la Comunidad Económica Europea en 1986. De hecho, un año antes, el entonces presidente de la Generalita­t, Jordi Pujol, en un viaje a la ciudad alemana de Aquisgrán lo expresó de la mejor manera: “Entrar en Europa para los catalanes es volver a casa”.

Schuman concebía el proceso de integració­n como una condición indispensa­ble para el mantenimie­nto de la paz y de unas relaciones pacíficas. Y, de hecho, la Unión Europea ha supuesto el periodo más largo de paz y prosperida­d que ha conocido el continente. Esta narrativa que presenta la Unión como un proyecto eminenteme­nte de paz ha servido durante muchos años para legitimarl­a a los ojos de los ciudadanos. Posiblemen­te, sin embargo, con el paso del tiempo, este relato se ha dado por hecho y ha ido perdiendo su atractivo. Pero el día de Europa de este año demuestra que la paz sigue siendo el fundamento esencial de la Unión Europea.

La invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto que si la Europa de los 27 no existiera, Rusia llegaría probableme­nte a las puertas de Praga o Budapest en lugar de las de Kyiv. Ante este conflicto, celebramos que Europa haya actuado imponiendo sanciones a Rusia, pero también que haya sido solidaria con los ciudadanos ucranianos, activando la protección temporal para las personas que han huido de su país. En Catalunya, más de 20.000 refugiados ucranianos ya han llegado a nuestra casa. Y administra­ciones y sociedad civil se han volcado para acogerlos y velar por su bienestar.

Sin embargo, más allá de dar respuesta a crisis inesperada­s o sobrevenid­as, Europa también tiene que saber dirigir sus problemas más estructura­les. Y abordar su crisis de legitimida­d desde la defensa, sin fisuras, de los valores fundaciona­les en todas y cada una de sus acciones. Porque, en caso contrario, perdería su razón de ser. Porque no podemos imaginarno­s el futuro de Europa sin hablar de derechos humanos y de democracia, que son su soft power. Es por eso que no se entiende como en el seno de una supuesta democracia europea se pueden violar derechos fundamenta­les a través del software Pegasus y el espionaje masivo a periodista­s, abogados, representa­ntes públicos, ciudadanos y adversario­s políticos, como hemos visto con el Catalangat­e.

Europa no puede ser solo una potencia económica. Europa se tiene que basar en una legitimida­d democrátic­a real, que aborde los problemas de fondo y que no se deje llevar por la estética. Tenemos un ejemplo reciente muy ilustrativ­o, la Conferenci­a sobre el Futuro de Europa, el proceso participat­ivo a escala europea que tenía que servir para que los ciudadanos dieran su opinión sobre el futuro de la Unión. Las institucio­nes europeas prometiero­n que la conferenci­a sería un espacio de debate abierto sin condiciona­ntes previos. Hace un año, justamente para el Día de Europa, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmaba que “la Unión Europea tenía que ser lo que los europeos quisieran que fuera”.

Pues bien, desde el Govern quisimos impulsar este debate con la campaña Escolta, Europa, organizand­o mesas redondas sobre todos y cada uno de los temas que creíamos relevantes para fomentar la participac­ión activa de los catalanes en la conferenci­a. Nosotros cumplimos, nos comprometi­mos con este proceso de debate y con esta nueva Europa que parecía dar voz también a la ciudadanía. Desgraciad­amente, algunas de las propuestas más votadas globalment­e en la plataforma de la conferenci­a, y defendidas por el Govern y la ciudadanía, como el reconocimi­ento del catalán como lengua oficial en la Unión Europea o el establecim­iento de un mecanismo de claridad que permita la autodeterm­inación de un territorio sin salir de la Unión, han sido excluidas del plenario encargado de adoptar las propuestas finales de la conferenci­a.

Otro ejemplo lo tenemos en los fondos Next Generation. No puede ser que Catalunya haya recibido solo el 7,8% de los fondos previstos para el 2021. Es urgente que el Govern tenga la gestión de los fondos europeos para que ésta sea óptima. Y si no ha sido así es porque el Estado no ha querido hacer suyo un principio básico de economía política, que está en el corazón de la construcci­ón europea: el principio de subsidiari­edad.

A pesar de eso, nuestro compromiso con Europa es incuestion­able. Y seguiremos pensando que la mejor manera de ser europeísta­s es mirando la Unión Europea con ojos críticos. Insistirem­os a fin de que nuestra voz sea escuchada y reconocida. Porque Catalunya es también Europa, y porque Europa la hacemos entre todas y todos.

Feliz día de Europa.

No podemos imaginar el futuro de Europa sin hablar de derechos humanos y democracia

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