La Vanguardia (1ª edición)

La basura también se desparrama ante los nuevos contenedor­es

Con el cambio de sistema muchos se desbordan y más gente deja las bolsas en la calle

- LUIS BENVENUTY ANA JIMÉNEZ (FOTOS

Jorge Porra abrió la tienda de ropa Verónica en un chaflán entre las calles Enric Granados y València hace seis años.

“Y desde entonces el problema de la suciedad empeora –dice el comerciant­e, con una sonrisa resignada–, y estos días, con la nueva distribuci­ón, aún más, los contenedor­es se desbordan enseguida. ¡Últimament­e se montan en el chaflán montañas de bolsas de basura! Son tan altas que las señoras mayores no pueden acercarse a los contenedor­es. Y la mayoría se marcha con sus bolsas, en busca de otro contenedor, pero algunas... Bueno, mucha gente, cuando ve el chaflán así, tira su bolsa y se marcha. Algunos camareros aprendiero­n a abrirlos por detrás... Pero mucha gente... ¡estamos peor!”. “La gente es muy marrana –tercia una señora del barrio, indignada–, todo da asco, ¡yo nunca dejo bolsas en la calle!”.

El Ayuntamien­to arrancó hace un mes el relevo de los contenedor­es de Barcelona. El Consistori­o está reduciendo los de resto y aumentando los de recogida selectiva. Lo que pasa en Enric Granados es un ejemplo de lo que sucede en muchos otros lugares. Aquí, hasta hace pocas semanas, se contaban 61 contenedor­es. De ellos, 36 para resto, 13 para orgánica y 12 para papel y cartón, envases y plásticos y vidrio. Y tras el relevo, el vial suma 52: 26 para resto, ocho para orgánica y 18 para los otros residuos.

Y un paseo por Consell de Cent, Girona, Rocafort, el Raval... no ha

Nce otra cosa que revelar un montón de contenedor­es desbordado­s, sobre todo de los de resto, y un montón de bolsas abandonada­s de cualquier manera, sobre todo en el corazón de la urbe, donde la densidad de población y de negocios es más alta. Los técnicos municipale­s analizan los puntos negros a fin de ajustar el recién estrenado sistema. El Ayuntamien­to confía en que la gente se acostumbre pronto a la nueva disposició­n.

“Yo, de tanto en tanto –sigue Porra, el comerciant­e–, saco el espray antimosqui­tos y fumigo el

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Un vecino de la calle Enric Granados comprueba que sus bolsas no caben en un contenedor de resto, desbordado ya durante la tarde
ANA JIMÉNEZ Un vecino de la calle Enric Granados comprueba que sus bolsas no caben en un contenedor de resto, desbordado ya durante la tarde

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