La Vanguardia (1ª edición)

“A veces las montañas de desperdici­os son tan altas que las señoras no pueden acercarse a dejar su basura”

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chaflán. Aquí da el sol todo el día y en cuanto hace un poco de calor salen mosquitos por todas partes, y encima apesta a pescado podrido. Esto está lleno de bares, supermerca­dos, restaurant­es... Y la gente, bueno... el otro día dejaron una veintena de extintores, ¿se lo puede creer?, y un chatarrero comenzó a golpearlos para extraer los cabezales. Pero eso es peligroso. Vino la Guardia Urbana, ¡acordonó los extintores para que nadie se acercara! Pusieron una de esas cintas...”. “¡La gente es muy marrana!”, repite la señora, aún más indignada. “Sí, el nuevo sistema no funciona, y mucha gente...”.

Hasta ahora el Ayuntamien­to ha instalado 8.200 nuevos contenedor­es, en Ciutat Vella, Eixample, Gràcia, Sant Andreu y Sant Martí. La segunda fase comenzará en septiembre. Cuando ultime la nueva distribuci­ón, Barcelona sumará unos mil contenedor­es menos. Con la anterior contrata contaba con unos 26.000. El objetivo municipal es fomentar el reciclaje, que la gente reduzca el uso de los contenedor­es que en verdad empleas porque no reciclas con suficiente ahínco.

“Es que el Ayuntamien­to trata de implantar un sistema para el que muchos no están preparados”, dice Rosana Urrutia, conserje de una finca de Mallorca. Todos los días, desde hace cuatro

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