La Vanguardia (1ª edición)

Picasso crece en la Phillips de Washington

Una muestra sobre el periodo azul entre idas y venidas entre Barcelona y París ilustra el despegue del pintor malagueño

- FER+A+DO GARCÍA Washi&gto&. Correspo&sal

Empezaba un nuevo siglo cuando Pablo Ruiz Picasso, a punto de cumplir los 20 años, se disponía a dar el estirón como artista. Parece que él mismo lo tenía claro. Que quería crecer rápido, romper del todo cascarón, emancipars­e de los maestros de los que tanto había aprendido y a quienes, de todos modos, seguiría rindiendo homenajes. Era pobre pero ambicioso.

Y estaba seguro de sí mismo. Así lo sugieren su expresión y postura comodona en la foto donde aparece en su estudio del parisino Boulevard de Clichy junto a su colega Antoni Torres Fuster, la esposa de éste y su primer marchante, Pere Mañach. La imagen cuelga de la primera sala de la exposición Picasso: pintar el periodo azul, que hasta el 22 de junio puede verse en la Phillips Collection de Washington DC: un cuidadoso estudio y una hermosa lección sobre las obras del momento; sobre las fuentes, influencia­s, métodos de trabajo y cambiantes elecciones de temas y personajes que, entre idas y venidas de Barcelona a París en los años 1900 a 1906, forjaron al artista superlativ­o que Picasso fue desde entonces.

La muestra en la Phillips, el museo de arte moderno más antiguo de Estados Unidos, reúne 40 pinturas del malagueño, cuatro de ellas prestadas por del Museu Picasso de Barcelona, y otras 50 piezas entre dibujos suyos y cuadros y esculturas de otros creadores. El montaje, comisariad­o por Susan Behrends Frank y Kenneth Brummel, resulta de una colaboraci­ón con la Galería de Arte de Ontario y se centra ante todo en tres obras: La habitación azul (París, 1901), de la propia Phillips Collection, La mendiga arrodillad­a (Barcelona, 1902) y La sopa (Barcelona, 1903) las dos últimas de la Galería de Arte de Ontario.

El proceso de maduración artística que se nos explica en la exposición

Humildad. un hombre muy parecido al de su obra Les Soupers (1901). El artista desechó esta pintura y reutilizó el soporte, previo giro de 90 grados, del mismo modo que un año después lo haría al reciclar un cuadro del Laberint d’Horta para realizar en Barcelona su Mendiga arrodillad­a (Miséreuse accroupie).

La mendiga concentra los rasgos de humildad, pesar y ensimismam­iento que caracteriz­an a la mayoría de las figuras del periodo azul. “En aquella época de grandes

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