Adane: “¿Por qué corro? Es mi ‘business’”
El trazado de Barcelona consigue romper la barrera de las 2h06m
Hace calor a mediodía en la carpa de prensa.
Rugen los altavoces, pues el dj aprieta las tuercas, y los maratonianos que han cruzado la meta son zombis andantes.
Caminan con los brazos en jarra y los labios resecos, rumbo a las fuentes de Montjuïc. Algunos echan espuma por la boca y otros avanzan con los pies abiertos. Muy pocos se tumban, conocen los riesgos: quien se tumba, o quien se sienta, no se levanta.
Para muchos de ellos, el lunes será aún peor.
Los periodistas solicitamos la presencia de los atletas de élite, los profesionales que se han subido al podio y, casualidades de la vida (o no), resulta que este año todos son etíopes, los tres primeros y las tres primeras.
Meseret Dekebo ha batido el récord femenino de la prueba (2h23m11s; 42 segundos por debajo de la plusmarca de Tadu Teshome, sus 2h23m53s del otoño pasado) y, descompuesta, busca un rincón a la sombra y vomita.
Luego bebe agua, se repone, ocupa un asiento y contesta tímidamente. Apenas se le oye, habla bajito en un inglés precario y truena la megafonía. Entre susurros, le escuchamos decir que se siente “feliz” por el récord y que “Barcelona es una ciudad preciosa”.
También le agradece a Gerardo Prieto, responsable de la contratación de atletas internacionales, que haya confiado en ella.
El discurso es idéntico al de una estrella pop en lo alto del escenario, aunque las formas son opuestas. Dekebo tiende a bajar la mirada y tiene prisa por refugiarse en su hotel, el Intercontinental, doscientos metros más allá.
Poco después, Yihuniligne Adane (25) entra en la carpa.
Este parece fresco, nada que ver con los cuerpos amateurs que se bambolean más allá. Adane viene a pasos largos y sonríe y nadie diría que acaba de correr 42,195 km a un ritmo de 2m58s por kilómetro hasta registrar 2h05m53s, nueva plusmarca masculina de Barcelona (frente a las 2h06m03s de Samuel Kosgei, del 2021).
Me cuenta que había empezado a correr a los nueve años.
–¿Y por qué se puso a correr? – se le pregunta.
–Por business , por dinero.
Ríe.
Dice que su padre tenía una granja a las afueras de Addis Abeba pero murió cuando todos los críos eran muy jóvenes. Adane es el cuarto de nueve hermanos.
–¿Y sus hermanos corren? –Ninguno.
–¿Y qué pasó con la familia? ¿Cómo salió adelante?
–Mi madre siguió cuidando de nosotros, pero teníamos la granja y vivíamos de su producción. Tengo hermanos policías y una hermana trabaja en un hotel. –Usted ¿es profesional en esto? –Por supuesto. Corro mañana y tarde, dos veces al día, y no hago nada más, solo correr. A veces me entreno junto a Kenenisa Bekele.
(Bekele es leyenda del deporte etíope, uno de los mejores fondistas de la historia)
–¿Hasta dónde piensa llegar? –Creo que puedo registrar 2h02m30s en el maratón. No estaría mal, ¿verdad? Tal vez lo haga aquí el año que viene.
–¿Y el calor?
–¿Calor? ¿Esto es calor para ustedes? ¡Esto es buen tiempo!
Y choca de manos y luce unas uñas muy largas y se va sonriendo.
(Se lleva unos 30.000 euros).c
El peor momento llega en el km 39 pero saca arrestos, con el corazón en la boca, para rematar la faena
en el km 18 le esperan dos compañeros para ayudarle. Pero hasta entonces sólo se tiene a sí mismo. Como de costumbre, arranca un punto más rápido de lo planeado. Salir a 4m55s o a 4m45s puede parecer una diferencia nimia, pero hacia el km 30 lo va a pagar. Pero mientras, a galopar. El tramo por Les Corts y el regreso hacia Les Arenes se pasan como un suspiro y el dorsal 2.047 encara el segmento que va del paseo de Gràcia a la Sagrada Família con confianza.
La línea azul. Solo ve eso. Cuando llega a la Meridiana el grupo de africanos que lidera el maratón circula en dirección contraria (qué lujazo verlos volar). Beber, un segundo gel y co