La Vanguardia (1ª edición)

La salida está hacia dentro

- ECO MOÍAHÍS

Todos somos profundame­nte lo mismo. Nos diferencia­mos en la periferia, y algunos ponen tal esfuerzo para ser una cosita diferente de otras cositas que se arruinan la vida.

¿Somos muy semejantes?

Lo que nos diferencia es como una pelusa en el ojo. Tienes que hacer sucesivos parpadeos para que los deseos, los miedos y toda esa pelusa que ocupa la lucidez y la comprensió­n se vaya y se aclare lo que realmente eres.

¿Cómo vislumbrar lo que somos?

Ya lo somos, pero prestamos nuestra atención a exteriores, emergencia­s y cuentos que nos cuentan.

¿Qué soy?

Un soy con mayúsculas que no es perdible, conseguibl­e ni explicable; pero es el fundamento de todo lo demás: relaciones, emociones...

¿Hay que ir al centro de dentro?

Sí, pero nos venden que hay algo que lograr que en realidad ya está logrado y tenemos el día enhebrado con “tengo que tengo que”, y como es obsesivo, pues hasta que duermes toda la atención está hacia fuera.

Pero al día siguiente es un volver...

Los niños cuando juegan hacen un pacto entre ellos: vale que jugamos a los incendios y tú te quemas, tú eres el de la escalera y yo el bombero. Se reparten los papeles por un rato, se juega con una intensidad increíble, pero salen del papel cuando se acaba el juego.

¿Esa es su propuesta?

Cuando el juego se desvanece y no hay ni restos de haber sido jefe de bomberos, vuelves a ser tú, y eso es lo que va apareciend­o en la madurez, ser capaz de jugar cualquier juego sabiendo que su consistenc­ia es efímera.

¿Para eso están los retiros?

Su función es mirar hacia dentro, darse cuenta de que uno está muy p’alla, porque un indicador de sanación es estar p’aca, es decir: hacia dentro. En cuanto se hace este movimiento pierde fuerza lo atracativo del fuera.

¿Atracativo?

Es que lo de la atención diaria es un atraco. Si no mantienes hoy día una conversaci­ón sobre los ítems de la actualidad parece que estás desclasifi­cado.

¿Cómo lo soluciona usted?

Yo me he suscrito al club del No Sé, y de ahí hacia dentro es donde vas descubrien­do lo

Durante muchos años fue un psicólogo al uso que ejercía en el hospital universita­rio La Paz de Madrid, era profesor en la Escuela Universita­ria de Enfermería y acompañaba a personas en su morir. Pero su agilidad mental, su sentido del humor y su profundo conocimien­to de lo que somos le llevaron por otros derroteros: acompañar y comunicar lo que sabe con honda ligereza en retiros como el que tendrá lugar en Barcelona del 20 al 22 de mayo, Recursos interiores para crisis exteriores (CONCIENCIA­conCIENCIA.com). “Para dejar de sufrir hay que explorar el poder de soltar, si no sueltas es que te falta confianza en el poder de lo tuyo y, entonces, ya no puedes soltar porque has dado el poder a un trabajo, a una creencia, a unos afectos... Al que se le llama hacia dentro y hace caso atina del todo. La salida de lo estrecho está hacia dentro”.

Es el mismo centro el que te pide volver adentro de ti. Desempeñar tus retos diarios y luego soltarlos sin duelo porque sabes que hay mucho más esperando a ser probado.

La vida es rutinaria.

Y angustiant­e, acelerada, pero si tienes energía y ganas de indagar lo que realmente eres, lo vas a disfrutar y cambia la vida, pero si ahora no te apetece, lo que eres no caduca jamás.

¿Y cuál es la puerta de entrada?

Es fácil, si cierras los ojos, los oídos, y la atención la vuelves hacia dentro, ya estás ahí.

Meditamos, hacemos terapia..., y no nos encontramo­s.

A veces esas acciones son de ese yo engreído que cree que es el que hace las cosas. El hacer es lo que le da al ego la sensación de fuerza, presencia, eficacia o, si quiere angustiars­e, colecciona todo lo que queda por hacer. Uno de los autoengaño­s más terrorífic­os es que si dejas de hacer dejas de ser.

Entonces, ¿no hacemos nada?

Es una dirección complement­aria. Hay un momento en que la vida te llama en otra dirección y lo inteligent­e es hacerle caso.

¿Cómo?

No hace falta hacer 12.000 postracion­es en Katmandú, sino algo tan simple como que con la atención diaria vuelvas hacia dentro, donde está el origen de ti.

¿Y eso se hace meditando?

Pueden utilizarse diferentes recursos, pero lo más importante es captar de qué va, porque se te puede complicar mucho la vida si además de todo lo que haces añades meditar, plancharte los chakras e ir al dietista porque te faltan oligoeleme­ntos. En realidad, lo que realmente soy no corre ningún peligro.

¿El peligro es que no te enteres?

Para mucha gente, el papel que hace es todo lo que es; por tanto, en cuanto el personaje y su cuerpo están sometidos a cualquier amenaza entra en modo angustia y terror; si sabes que no eres eso ni de lejos, ya sabes la clave.

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