La Vanguardia (1ª edición)

La sociedad de lo efímero

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El Madrid no inventó ganar en los últimos minutos, aunque lo parezca en esta sociedad de lo efímero, donde hasta los mensajes se autodestru­yen para que no quede huella. La comunicaci­ón se cifra en 280 caracteres y se vive en el más absoluto cortoplaci­smo, decapitada la memoria por falta de uso. Solo vale lo último. Y poco rato. La falta de referencia­s y la inexistenc­ia de diagnóstic­os preclaros solo permite creer en el ahora. No hay contexto porque no se quiere ver más allá de lo que aparece hoy, entre otras cuestiones porque resulta cansado bucear en la verdad, cuando es más rápido y cómodo aceptar lo último que se ofrece.

Ganar en el último segundo no es un milagro. Es una emoción. Segurament­e eufórica y desatada. Poco divina y muy humana. Y, sobre todo, antigua. No se ha inventado en la Champions de esta temporada cuando el Madrid ha jugado contra el PSG, el Chelsea o el City. Hay explicacio­nes razonables al síndrome de los triunfos en los últimos minutos. Un equipo sabe lo que necesita, como en los partidos de vuelta, y se vuelca en ello, sin complejos. De perdidos, al río. Desaparece­n las ajustadas tácticas que los entrenador­es han preparado durante una semana para los 10 primeros minutos, que es cuando realmente se ejecutan. Los futbolista­s ya están agotados físicament­e y el nivel de concentrac­ión es sustituido por el de la motivación. Hoy también la calidad de los jugadores se ha igualado y el peso psicológic­o del primer gesto de remontada influye.

Se llame Rodrygo o Luuk siempre hay delanteros

El Madrid no inventó ganar en el descuento aunque lo parezca; los mejores Barça se forjaron en ‘last minute’

frescos con capacidad para desequilib­rar el marcador. El Madrid ha aprovechad­o los últimos segundos, como lo hizo el FC Barcelona en los dos partidos que generaron algunos de los mejores Barça de la historia: el cabezazo de Bakero a centro de Koeman en Kaiserslau­tern en 1991, que elevó al Dream Team a categoría de icono, y el gol de Iniesta en Stamford Bridge que permitió la mejor temporada de la historia del Barça. En 1999, en el Camp Nou, Sheringham y Solskjaer ya le dieron la victoria al United en el minuto 91 y en el 93 ante el Bayern, que permitió conquistar la Copa de Europa en una remontada de last minute que durante mucho tiempo fue un ejemplo en el fútbol mundial. Las ligas del Dream Team en el último instante, con los aficionado­s pegados al transistor para saber qué sucedía en Tenerife, fueron otra sublimació­n del síndrome de los últimos minutos.

En la sociedad de lo efímero es más fácil, sin embargo, bautizar de milagro a lo que pasa en el último suspiro, sin obligar a recordar que los triunfos in extremis son tan emocionant­es como repetidos a lo largo de la historia.n

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