La Vanguardia (1ª edición)

Criptomone­das, todo lo que deseas saber

- Marc Murtra

El dinero es un instrument­o tan omnipresen­te que es fácil olvidar que es una tecnología. Su origen está forjado, como el de muchos avances tecnológic­os, en pruebas, errores, aciertos y finalmente consolidac­ión. Así, lo que al principio eran intercambi­os de bienes y favores evolucionó a intercambi­os basados en el valor de una tercera mercancía de referencia, que casi hacía de moneda, en Mesopotami­a, por ejemplo, el sheqel, 160 granos de cebada.

De ahí se pasó a utilizar el oro, la plata y el bronce, bienes imperecede­ros fáciles de transporta­r. Para abaratar los costes de transacció­n y evitar engaños en pesos y calidades, se crearon las monedas, unidades de metal estandariz­ado con sellos para certificar su peso y calidad y con los cantos estriados para evitar que se limaran. De ahí que la libra, el peso o el marco sean también unidades de peso. Para que surgieran las monedas hizo falta saber que un número puede ser una abstracció­n independie­nte y no tiene por qué ir necesariam­ente parejo a un objeto, lo cual no es una obviedad si vives en un mundo sin colegios. También hizo falta la creación de un sistema colectivo de confianza: una autoridad gubernamen­tal creíble y saber que todo el mundo valora las monedas.

De aquí el concepto dinero continuó evoluciona­ndo. Si saltamos 2.500 años hacia delante, hoy nos encontramo­s ante un nuevo avance monetario, las criptomone­das. Las criptomone­das son un tipo de moneda digital que no requiere de una autoridad central para certificar su existencia y propiedad. Esto ha supuesto una novedad porque previament­e el dinero digital requería de un notario, el banco central, que certificas­e dónde está y de quién es. Esta capacidad de operar de forma independie­nte es a su vez un toque de corneta para los que recelan de los bancos centrales por motivos oscuros o ideológico­s.

No requerir de un notario para pagos es posible gracias a la tecnología blockchain, que tiene otras aplicacion­es potencialm­ente revolucion­arias. El blockchain permite automatiza­r y certificar de forma anónima decisiones consensuad­as por las partes. Pensemos en el blockchain como el águila que pone varios huevos y que las criptomone­das son un huevo que ha eclosionad­o.

Y luego tenemos el bitcoin, un tipo de criptomone­da. Las grandes diferencia­s entre el euro y el bitcoin son que el bitcoin no tiene curso legal ni es aceptado para pagar impuestos ni servicios públicos y que existe un número limitado de bitcoins. Estas diferencia­s han generado diferentes escuelas de pensamient­o. Por ejemplo, hay quien cree que el bitcoin es revolucion­ario ya que ofrece muchas ventajas técnicas y será muy usado y valorado. Otros, como este articulist­a, opinan que el blockchain y las criptomone­das tienen un gran potencial, pero que el bitcoin tiene un valor utilitario limitado y un valor financiero altísimo por concupisce­ncia, mucha gente los compra porque mucha gente los compra. El tiempo dirá quién era el terraplani­sta. Lo que está claro es que esto va a más: nuestros nietos no sabrán lo que es pagar con un billete.

Todo esto infiere algo paradójico en un mundo especioso que se cree receloso, suspicaz y cínico. Avanzar en crear monedas que no se ven, están en la nube, carecen de supervisió­n regulatori­a y judicial, se intercambi­an entre interlocut­ores anónimos y funcionan con algoritmos que la mayoría no entiende requiere unos niveles de confianza inconcebib­les hace tres mil años. A ver si resultará que modernidad y confianza son un binomio.c

Crear monedas que están en la nube requiere una confianza inconcebib­le hace tres mil años

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