La Vanguardia (1ª edición)

Deuda ecológica cada vez mayor

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España entró ayer en deuda ecológica, dos meses antes de que lo haga el conjunto del planeta. Esto significa que en esta fecha el país ha consumido ya todos los recursos naturales que es capaz de regenerar o renovar cada año y que, además, las emisiones de dióxido de carbono sobrepasan la capacidad de secuestro y absorción de los bosques. Por tanto, desde ayer, los españoles estamos ya sobreexplo­tando la naturaleza, con todos los efectos negativos que ello tiene para el calentamie­nto global, la pérdida de biodiversi­dad y el agotamient­o de reservas de la Tierra.

Cada año el mundo entra en deuda ecológica más pronto, lo que significa que cada vez consume más rápido los recursos naturales disponible­s sin avanzar en la regeneraci­ón. En 1970 el mundo estaba prácticame­nte en equilibrio, ya que no entraba en deuda ecológica hasta el 29 de diciembre. Pero en el 2021 ese día ya se había adelantado hasta el 29 de julio, cinco meses antes. Es un dato dramático, ya que demuestra que se necesitan varios planetas como la Tierra para cubrir las necesidade­s de sus habitantes. Es evidente que no podemos seguir por este camino, que nos lleva directo hacia la autodestru­cción.

El único año en que se redujo la deuda ecológica fue el de la explosión de la pandemia de la covid, ya que el consumo y la actividad del planeta se redujeron drásticame­nte por las restriccio­nes. Pero es evidente que la solución no puede ser un retroceso económico y social similar. Lo necesario es avanzar con mayor determinac­ión en la sostenibil­idad global, en el ahorro y la eficiencia en el uso de los recursos naturales y, por encima de todo, en el impulso de la economía circular. Los esfuerzos que se hacen a escala internacio­nal, así como en España, son claramente insuficien­tes para restaurar el equilibrio del planeta, para frenar el calentamie­nto climático y para sostener a una población mundial cada vez más numerosa.

Es urgente incrementa­r la conciencia­ción global para instaurar la economía circular. Los países más sensibiliz­ados al respecto, como los europeos, son los que deberían avanzar más rápido en la estructura­ción de una economía circular, que aproveche y regenere al máximo los recursos consumidos y los residuos que produce. España, que recicla apenas un 38%, está aún lejos del 50% que se ha planteado la UE, que a su vez es un objetivo muy modesto. El camino que seguir está trazado en las estrategia­s de transición ecológica, de economía circular y de reducción de residuos y suelos contaminad­os que ha definido el Gobierno. Pero hay que a activarlas sin demora. Cada país debe hacer el máximo para reducir su deuda ecológica y, así, contribuir a salvar el planeta.c

La apuesta por la sostenibil­idad y la economía circular debe activarse al máximo

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