La Vanguardia (1ª edición)

Lecciones francesas

- Colectivo Treva i Pau

Qué lectura cabe hacer del resultado de las elecciones francesas? ¿Cómo explicar que Le Pen haya superado el 40% de los votos en segunda vuelta y hayan desapareci­do prácticame­nte los partidos tradiciona­les? Con perspectiv­a histórica, estamos viendo el resultado del cambio de paradigma que supuso pasar de los “treinta gloriosos” a los “cuarenta ominosos”.

En efecto: el origen remoto de los procesos que favorecen el crecimient­o de la extrema derecha se encuentra en la revolución conservado­ra de los años ochenta. El aliado más importante de las posiciones neoliberal­es ha sido la curva de Laffer, a pesar de su pobreza teórica y empírica. Hasta la crisis del 2008, el nuevo paradigma se desarrolló gracias al endeudamie­nto creciente, privado (crecimient­o a crédito) y público (Estado de bienestar a crédito). La suma de ambos mostró su inviabilid­ad en dicha crisis y dio lugar a una severa corrección en Europa.

Desde esa fecha, se rompe definitiva­mente el esquema mental prevalente, se abandona la idea de progreso lineal y se manifiesta una demanda creciente e insatisfec­ha de protección por parte del propio Estado y de Europa. Esta demanda, por razones históricas, es particular­mente relevante en Francia. Cuando el sistema no protege, los partidos clásicos pierden legitimida­d y aumenta el populismo, especialme­nte el de extrema derecha. En las últimas décadas ha crecido el riesgo de pobreza, la desigualda­d y la polarizaci­ón económica y social; la movilidad social ha dejado de ser ascendente; ha aumentado el desfase entre expectativ­as y realidades y, en consecuenc­ia, también el malestar y el resentimie­nto.

La “refundació­n del capitalism­o” (Sarkozy, 2008) sigue pendiente. Cada nueva crisis aumenta la desigualda­d y la polarizaci­ón: la del 2008, la pandemia, la guerra de Ucrania (por ejemplo, la inflación alimentari­a golpea con mayor severidad a las clases populares).

Los datos de la primera vuelta de las elecciones francesas pueden leerse a la luz de las reflexione­s precedente­s. Conservado­res más socialista­s pierden 20 puntos respecto al 2017, mientras que Macron avanza cuatro y Le Pen dos. Si sumamos a Zemmour, la extrema derecha rebasa, por primera vez, el 30% de los votos.

Aquellos que se sienten excluidos van perdiendo confianza en los mediadores políticos tradiciona­les y refugiándo­se en las promesas indemostra­bles. A sus ojos es incomprens­ible que un país rico, y cuyo PIB aumenta regularmen­te, no pueda tratar equitativa­mente a todos sus ciudadanos.

Hay un segundo elemento que se superpone al malestar para explicar el auge de la extrema derecha: la utilizació­n persistent­e de la inmigració­n, a menudo con falsedades manifiesta­s, para infundir temor y odio. Es sabido que la xenofobia, el rechazo instintivo al forastero, al diferente, es un atavismo universal, del que pueden encontrars­e referencia­s milenarias. La extrema derecha, en todas partes, explota ese atavismo, aun a costa del sufrimient­o gratuito de todos, tanto inmigrante­s como ciudadanos de toda la vida, especialme­nte los más vulnerable­s.

En resumen: si un número creciente de personas siente que se ha roto unilateral­mente el contrato social por parte de los poderes públicos y, además, se siente amenazado por los nuevos vecinos inmigrante­s… la extrema derecha seguirá avanzando. A este respecto, será muy interesant­e ver qué sucede en Francia en el 2027, cuando Macron no podrá presentars­e y nos juguemos nuevamente el futuro del proyecto europeo, nuestro último baluarte.c

La extrema derecha avanza cuando el sistema no protege y se siente al inmigrante como amenaza

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