Es improbable que Putin se eche atrás y que Occidente abandone a Ucrania
país se desangra en un cuerpo a cuerpo contra soldados rusos con los que tienen vínculos históricos de sangre, de convivencia política y de civilización compartida.
Estamos en un punto en que lamentablemente es improbable que Putin se eche atrás y Occidente deje de proteger militarmente a Ucrania. El subidón bélico parece imparable y las consecuencias en la vida de todos empiezan a notarse. Cuando Josep Borrell habló de bajar un grado del termostato tuvo todo tipo de críticas. El miércoles fue Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, el que avisaba que la guerra de Ucrania dejará sin gas a Europa el próximo invierno. La inflación está descontrolada, los costes de la energía se han disparado y los alimentos son mucho más caros. La austeridad y el esfuerzo se impondrán por la fuerza de los hechos.
Me acuerdo de un viejo amigo excursionista que tenía mecanografiado un breve manual titulado Introducción a la vida dura. Entre sus recomendaciones constaba el menú de pan con río, es decir, pan a secas, mojado con agua. El texto era, naturalmente, metafórico. No llegaremos a tanto. Pero si la guerra se extiende en el tiempo y con una mayor intensidad, sus efectos serán devastadores y añoraremos la sociedad de la abundancia que nos hemos dado como un derecho adquirido.
Estamos a punto de llegar a la situación en la que no nos preocuparemos por las causas y las responsabilidades de la guerra, sino por cómo vamos a sobrevivir a sus efectos.c