La Vanguardia (1ª edición)

Algunos solo tienen una brújula a la hora de actuar y es no ser tildados de “traidores”

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ley de Política Lingüístic­a, para hacer frente de manera inteligent­e a la sentencia del TSJC que obliga a implantar un 25% de castellano en todos los centros educativos, se ha descolgado definitiva­mente de este consenso. El pacto, firmado el 24 de marzo por ERC, PSC, comunes y la formación de Puigdemont, tenía dos ventajas: respondía con criterios sensatos a la intrusión judicial y hacía visible una indispensa­ble unidad civil en un asunto de país. La exconselle­ra Irene Rigau, que ha tenido un papel clave en la redacción de la reforma, ha explicado el sentido de esta estrategia.

Al publicarse la foto del acuerdo, los dirigentes de Junts fueron corregidos desde Waterloo y también les llovieron críticas feroces de algunas entidades que se presentan como los únicos portavoces de “la comunidad educativa”, concepto este que algún día tendremos que debatir. Hoy, cuando Junts ya es un artefacto liderado –de facto– por Borràs y Turull, el miedo y la estética han pesado más que la responsabi­lidad y la palabra dada. Es el miedo de ser impopulare­s y de ser calificado­s de enemigos de la patria. Es la estética de la gesticulac­ión al servicio de unas bases a las que nunca se quiere contradeci­r.

Sería una buena noticia que ERC, PSC y comunes –que disponen de votos suficiente­s para hacerlo– aprobaran la reforma lo antes posible.c

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