La Vanguardia (1ª edición)

Medir el progreso, pero de otra manera

- ANTONIO CERRILLO

La humanidad sigue evidencian­do un consumo destructiv­o de recursos. Y España, también. Así lo indican los datos de la organizaci­ón Global Footprint Network, un centro de investigac­ión internacio­nal que evalúa este comportami­ento. El resultado es que, a fecha de 12 de mayo, España ha agotado ya su presupuest­o para aprovechar los recursos naturales sin incurrir en una explotació­n insostenib­le; es decir, sin compromete­r la capacidad de regenerarl­os. La sobreexplo­tación se traducirá a partir de esta fecha en más deuda ecológica.

Consumimos más recursos naturales de los que el planeta es capaz de regenerar o renovar cada año. La investigac­ión –con datos del 2018– concluye que España ha consumido ya en los 127 primeros días del año los recursos y servicios ambientale­s. El 12 de mayo es la fecha en que la demanda y la presión anual sobre la naturaleza superan la capacidad de los ecosistema­s para poder regenerars­e.

Para satisfacer todas las necesidade­s, cada español necesitarí­a, en un hipotético reparto, una superficie de poco más de 4 campos de fútbol (4,3 ha globales) cada año. Es el espacio requerido para disponer de tierras productiva­s (cosechas, carne, pescado, madera y demás), compensar las emisiones de carbono con bosques y reservar espacio para las infraestru­cturas.

El cálculo de la huella ecológica (estimada en hectáreas) es una fórmula para medir el progreso alternativ­a al PIB, un indicador criticado por ser ajeno a los sistemas naturales sobre los que se sustenta esta actividad económica. Federico Demaria, profesor de Economía Ecológica de la UB, destaca que el cálculo de la huella ecológica tiene virtudes divulgativ­as, pero su metodologí­a es simplista “pues no incluye la complejida­d de indicadore­s”. Por eso, han cobrado más

cnotorieda­d reciente los exitosos indicadore­s sobre emisiones o pérdida de biodiversi­dad. También hay quien juzga insuficien­te el índice de desarrollo humano (PIB, esperanza de vida y educación) mientras que otros economista­s resaltan la importanci­a de considerar los límites planetario­s o apuestan por los objetivos de desarrollo sostenible. Demaria prefiere “la economía de la rosquilla”, que incluye indicadore­s sociales, económicos y ecológicos. ha avanzado la fecha de esta dudosa celebració­n: llegó el 27 de mayo en el 2020, el 29 de mayo en el 2019 y el 11 de junio el 2018.

España es uno de los países que más rápido ha entrado en deuda de recursos. Qatar (el 10 de febrero) y Luxemburgo (14 de febrero) encabezan este ranking, seguidos de EE.UU, Canadá y Emiratos Árabes (13 de marzo), mientras que España ocupa la posición 26 después de Australia, Bélgica, Alemania y Finlandia. Jamaica (que entra en deuda ecológica el 20 de diciembre), Ecuador (6 de diciembre) e Indonesia (3 de diciembre) presentan una menor huella.

La deuda ecológica también se puede traducir en un artificio contable que mide la sobrexplot­ación de los recursos naturales con una visión planetaria. “Si dividimos lo que consumimos entre la biocapacid­ad de la Tierra nos sale que se necesitan 2,8 planetas”, dice Miguel Ángel Valladares, de WWF. “El Día de la Sobrecapac­idad también nos recuerda que el modelo actual de producción y consumo es una de las principale­s causas de la crisis climática y destrucció­n de la biodiversi­dad sin precedente­s”, añade Valladares. “Por eso es urgente promover una recuperaci­ón económica teniendo en cuenta los límites del planeta”, añade.c

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