La Vanguardia (1ª edición)

Humor y empatía contra los prejuicios

El actor Bernard Campan y el filósofo con discapacid­ad Alexandre Jollien narran su amistad

- ASTRID MESEGUER

Bernard Campan lleva cerca de tres décadas delante y detrás de la cámara al frente de disparatad­as comedias, la mayoría de ellas junto a Didier Bourdon. Desde que rodara en el 2017 Una bolsa de canicas estaba fuera del mapa cinematogr­áfico, pero hoy regresa a la cartelera con un relato bien distinto, una feel good movie con aires de comedia dramática que le empareja con un nuevo compañero de aventuras: Alexandre Jollien. Este escritor y filósofo suizo de 46 años que nació con parálisis cerebral se ha convertido en una figura muy popular con sus libros filosófico­s superventa­s como ¡Viva la libertad! o La sabiduría pícara, que ha inspirado en parte la película Mentes maravillos­as, una bonita historia que indaga en la amistad entre ambos.

Se conocieron hace 18 años, cuando Campan vio a Jollien en un programa de literatura en la televisión y se quedó prendado de su inteligenc­ia y sensibilid­ad. “Me conmovió muchísimo y contacté con él. Estuvimos hablando de filosofía, del amor y la muerte y desde entonces no nos hemos separado”, explica. De esa increíble relación, un conocido productor de Campan vio enseguida material para hacer una película que es una digna heredera de aquel fenómeno que fue Intocable (2011) y Jollien, pese a las reticencia­s iniciales - “al principio tenía miedo de quedar reducido a las apariencia­s de la imagen”-, se apuntó como actor, además de codirigir y coescribir junto a Campan un relato divertido y profundame­nte conmovedor que resulta todo un canto a la vida, la amistad, la diferencia y la capacidad de alcanzar la libertad sobre la mirada de los demás.

Y lo hace con humor a través de la historia de Louis (Campan), un hombre extremadam­ente solitario que dirige una funeraria y un día atropella sin querer el triciclo con el que Igor (Jollien), siempre con una sonrisa en su rostro, reparte verduras ecológicas por el barrio. Tras su paso por el hospital, una serie de situacione­s hacen que acabe en el coche fúnebre de Louis y emprendan un viaje que trastocará sus existencia­s, despojándo­se de todo tipo de prejuicios. Todo ello mientras Jollien adereza sus diálogos citando a Platón, Sócrates, Nietzsche o Spinoza.

Su amor por la filosofía nació en un centro para personas discapacit­adas en el que estuvo internado 17 años. “No me gustaba nada el colegio. Todo me parecía muy abstracto. Había un cura que era filósofo, busqué la palabra en el diccionari­o y empecé a leer a los grandes filósofos. Eso cambió mi vida”, confiesa este admirable padre de tres hijos. Realidad y ficción desplegand­o ternura y empatía en el cine.c

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Alexandre Jollien y Bernard Campan llevan su amistad al cine con Mentes maravillos­as

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