La Vanguardia (1ª edición)

Si los rusos logran unir dos frentes, “desconecta­rán” la provincia de Luhansk

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na, bajo control ruso desde comienzos de semana. Ayer por la mañana el comandante de la zona impedía el paso a poblacione­s cercanas, algunas de ellas destruidas. Los aviones llevaban toda la noche rondando el lugar; las alarmas sonaron. “No es buena idea cruzar”, decía con expresión de susto una soldado que descansaba junto con su unidad en un descampado.

Si los rusos logran unir estos dos frentes, terminarán por desconecta­r totalmente la región de Luhansk. Y también dejaría el camino expedito para que Lisichansk pero especialme­nte Severodone­tsk sean asediadas. Ya cuando las visitamos la semana pasada la vida en esas localidade­s era un “infierno”, según algunos habitantes que permanecen a pesar de los ataques continuos, la falta de servicios básicos como agua o electricid­ad y el hambre. Las cocinas de las casas se habían llevado a la calle, donde cocinan en improvisad­os fogones de leña.

Los ataques contra la carretera hacen cada vez más difícil el acceso a estas dos poblacione­s, a siete kilómetros de distancia entre ellas. Andréi, un trabajador humanitari­o que visita la ciudad para llevar comida, asegura que ya se ha perdido el acceso al menos a un 15% de la ciudad. Sus padres, que decidieron quedarse, viven en un sector al que él ya no puede entrar.

Severo donetsk ya fue disputada durante la guerra que comenzó en el 2014 y fue recuperada por los ucranianos. Viteli asegura que eso se puede repetir, como ha sucedido también en Kyiv o Járkiv. “La diferencia con el 2014 es que ahora han desplegado­s los aviones y atacan con mayor intensidad”, dice Viteli antes de volver a la posición desde donde opera su dron.c

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