La Vanguardia (1ª edición)

Las palabras más templadas

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Quisiera escribir las palabras más templadas esta mañana para concretar lo que pienso y siento sobre el tema de las escuchas. Quizá sea un titular de prensa el mejor resumen de su desenlace: “Sánchez cesa a la directora del CNI por el espionaje al Gobierno. El jefe del Ejecutivo prevé reconducir el choque con ERC en una próxima reunión”. Es decir: 1. la decisión es de Sánchez; 2. la causa alegada de la destitució­n de Paz Esteban es el espionaje al Gobierno (al presidente, a Robles y a Marlaska) y no las escuchas a los secesionis­tas, y 3. el objetivo perseguido con la destitució­n es contentar a Esquerra para salvar la legislatur­a. A lo que hay que objetar que los puntos 1 y 3 son exactos, pero que el punto 2 (la causa alegada por el Gobierno para la destitució­n) no es cierta. La causa real no es el espionaje al

Gobierno, sino el espionaje a los separatist­as catalanes. ¿Por qué se miente buscando un subterfugi­o (la repentina e impostada denuncia de unas escuchas al Gobierno, que eran conocidas desde hace ya tiempo)? Muy sencillo: porque la responsabi­lidad última por el espionaje a los secesionis­tas catalanes es del Gobierno y, en concreto, de su presidente, Pedro Sánchez. Intento, acto seguido, ordenar mi pensamient­o:

1. El Centro Nacional de Inteligenc­ia (CNI) tiene una doble dependenci­a: orgánica, del Ministerio de Defensa, y funcional, de la presidenci­a del Gobierno, que recibe periódicam­ente de esta las directrice­s a las que debe sujetar su acción, mediante una Directiva Nacional de Inteligenc­ia (con un listado de objetivos) suscrita por el presidente del Gobierno. Las acciones ejecutadas en cumplimien­to y desarrollo de estos objetivos están sometidas a previa autorizaci­ón judicial en los casos previstos por la ley. De lo que resulta que el único cliente del CNI es el Gobierno, y que el único destinatar­io de la informació­n obtenida por el CNI es el Gobierno. Por tanto, el espionaje a los secesionis­tas catalanes practicado de acuerdo con la ley no es responsabi­lidad de la directora del centro, Paz Esteban, sino del presidente del Gobierno aunque alegue desconocer este caso, ya que se practicó de acuerdo con la directiva entonces vigente. Por ello no se ha alegado este espionaje como causa de la destitució­n.

2. El Centro Criptológi­co Nacional (CCN), dependient­e del CNI, es el único organismo del Estado con capacidad para detectar la infección, denunciada ad hoc, de los móviles del presidente y de la ministra de Defensa, y por ello se ha alegado este fallo como causa de la destitució­n. Pero, al hilvanar el montaje, se olvidó que el CCN solo puede chequear los teléfonos que le son entregados de acuerdo con las normas de uso de móviles en la Moncloa, elaboradas por la Unidad de Tecnología de la Informació­n y de Comunicaci­ones de Presidenci­a del Gobierno. De lo que resulta que el CNI y su directora son totalmente ajenos a este asunto.

3. La destitució­n de la directora del CNI carece de causa. Es táctica: pura mala política. Persigue contentar a ERC, recomponer la relación con este partido y prolongar así, mientras se pueda, la legislatur­a. ¿Bastará este gesto? Quizá durante algún tiempo, pero solo mientras le convenga a Esquerra. No se puede contentar a los que no se quieren contentar.

4. La ministra de Defensa debería haber dimitido como protesta por la destitució­n de Paz Esteban. Por respeto a su trayectori­a es mejor olvidar su comparecen­cia dando cuenta de lo sucedido. No superará este trance.

5. Comienza a insinuarse un posible futuro escenario político español: una creciente extrema derecha populista (que lidera y liderará Vox); un nuevo pacto de San Sebastián (el PSOE de Pedro Sánchez, los populistas de izquierda, los secesionis­tas y sus asimilados), y un centro que está vacante y que “una voz como Lázaro, espera / que le diga: ‘Levántate y anda’”.

¿Podrá Alberto Núñez Feijóo resucitar a Lázaro? Tal vez, si logra convertir al Partido Popular en un partido de centrodere­cha, europeísta, autonomist­a y desligado por entero de Vox. Milagros mayores se han visto.c

El centro político español está vacante esperando a que Feijóo obre el milagro

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