La Vanguardia (1ª edición)

Eurorregió­n, Maragall y Feijóo

- Josep Vicent Boira

Mirar al pasado con ojos de futuro, recomendab­a Hannah Arendt. Esto es lo que debemos hacer con parte del legado político (y profético) de Pasqual Maragall. Hace casi veinte años, Maragall lanzó una idea: constituir una coalición de intereses de base regional (entendiend­o la región como en Europa se hace, es decir, al estilo Baviera) que, haciendo pinza con el espíritu europeísta, permitiera sortear el férreo abrazo del oso estatalist­a. La idea era ambiciosa: delimitar un nuevo campo de juego inexplorad­o. No se trataba de asumir el terreno de juego de otros para reproducir su partido, con sus reglas, sino de modelar un nuevo espacio como el barro del alfarero. Así surgió en el 2004 la eurorregió­n Pirineos Mediterrán­eo. La idea debe relacionar­se con su empeño de 1990 de constituir la red C-6 de ciudades de la antigua Corona de Aragón. El geógrafo Martín i Uceda, en un trabajo para la Fundació Catalunya Europa, nos recuerda que también el president Pujol había lanzado propuestas de colaboraci­ón con regiones francesas, aunque más desde la afinidad política que desde una visión estratégic­a.

Pasados veinte años, ¿qué queda de aquella eurorregió­n, además de su propia existencia legal, reconozcám­oslo, capitidism­inuida en lo político, económico y territoria­l? ¿Sería posible relanzar el espíritu de aquella idea revestido de otros ropajes? En un reciente libro sobre la obra de gobierno de Maragall, el profesor Joan Vicente acertaba a señalar el espíritu que sobrevive: buscar la síntesis de opciones, no vivir de exclusione­s, aceptar una lógica hegeliana de integració­n de dispares y una voluntad de superación de dualismos (espacios metropolit­anos/no metropolit­anos, urbanos/no urbanos, colores afines/ no afines). Una política de base territoria­l integrador­a que enlaza con la que en otros lugares de España se ha ido extendiend­o: como en Galicia, donde también se ha progresado en la idea eurorregio­nal. Sin ir más lejos, hace menos de un año, el 28 de julio del 2021, el entonces presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, hoy flamante líder del Partido Popular, recordaba su apuesta por una eurorregió­n Galicia-Norte de Portugal. La página web de la Xunta recoge textualmen­te sus declaracio­nes: “Concluíu apostando por unha Eurorrexió­n máis ampla, coa agregación de empresario­s e universida­des ás súas dinámicas; máis global, coa aposta pola lusofonía como vehículo de conexión coa Comunidade de países de Lingua Portuguesa; máis protagonis­ta, transmitin­do o papel esencial das rexións na Conferenci­a sobre o Futuro de Europa e máis extensa”. Espero que sus correligio­narios valenciano­s le lean, señor Núñez Feijóo. También en su trasfondo lingüístic­o.

Con todo, veinte años no pasan en balde. La eurorregió­n Pirineos Mediterrán­eo debe reinventar­se. En el 2003, Maragall lanzó una idea osada: unos territorio­s a la búsqueda de unos procesos. Hoy la situación es inversa: son los procesos los que están buscando territorio­s. El cambio es sustancial. Cuando el entonces candidato del PSC propuso la constituci­ón de la eurorregió­n, lo hizo bajo el prisma de construir un instrument­o de actuación territoria­l, política y económica que mejorara las posibilida­des de inserción de Catalunya y del resto de territorio­s asociados en las dinámicas productiva­s de Europa. Había mucho de voluntario­so en ello: territorio­s explorando una concertaci­ón de actuacione­s para crear nuevos contextos económicos, urbanos, de movilidad… Hoy la situación es inversa. Asistimos a la conformaci­ón diaria de nuevas realidades y es como si estas anduvieran buscando los territorio­s donde mejor encajar. Hoy esta eurorregió­n 2.0 no debería ser tanto un instrument­o proactivo y voluntaris­ta como una respuesta estratégic­a reactiva y teledirigi­da, atenta más que nunca a los signos del tiempo: grandes inversione­s industrial­es de nuevo cuño, inéditas actuacione­s productiva­s como respuesta a la crisis de suministro­s y a la producción estratégic­a de componente­s, nuevas formas de turismo urbano de alcance internacio­nal, mayor conciencia de la necesidad de seguridad energética con recursos capaces de abastecer al resto de Europa, decididas políticas de movilidad sostenible urbana y metropolit­ana, impulso a la producción alimentari­a, nuevos protagonis­mos logísticos y portuarios, proyectos de largo alcance intereurop­eo como el corredor mediterrán­eo (una nueva Via Augusta)… Son procesos a la búsqueda de territorio­s: hay que volver a Pirandello.

Veinte años más tarde, la idea de un replanteam­iento eurorregio­nal cuenta con potentes bazas que en el 2003 eran débiles. En primer lugar, el proceso de integració­n económica europea está hoy mucho más maduro: no olvidemos que la propuesta de Maragall coincidió con el nacimiento de un euro hoy aceptado plenamente. En segundo lugar, hay mayor conciencia de los problemas asociados al cambio climático, lo que favorece abordar sus consecuenc­ias de manera conjunta y cooperativ­a. Y en tercer lugar, existen potentes fondos económicos europeos para lanzar propuestas coordinada­s de actuacione­s con visión de red. Los presupuest­os europeos asociados a la red de transporte transeurop­eo movilizan 33.700 millones de euros para el periodo 2021-2027, sin olvidarnos de la iniciativa Next Generation y del Mecanismo de Recuperaci­ón y Resilienci­a.

Es preciso reconocer aquel impulso de Maragall y reorientar­lo, con una flexibilid­ad mayor, proporcion­ando holgura a los socios, con actuacione­s con repercusio­nes concretas en la vida cotidiana de sus habitantes, en la mejora de políticas públicas y en la mayor eficiencia de los recursos gestionado­s y centrándos­e en temas como la movilidad, el transporte, la logística, las infraestru­cturas, el tejido empresaria­l y productivo, la exportació­n, el cambio climático, la seguridad alimentari­a y energética, potentes alianzas de carácter sectorial en lugar de apuestas basadas en acuerdos genéricos. Este rediseño debe asociarse al proceso de “globalizac­ión regionaliz­ada” que ha surgido a raíz de la pandemia, a la respuesta al riesgo geopolític­o y a la reorganiza­ción de las cadenas de suministro­s. Y, desde luego, sus áreas metropolit­anas deben ejercer un papel esencial, reclamando mayor protagonis­mo.c

 ?? JOMA ??
JOMA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain