La Vanguardia (1ª edición)

ENTREVISTA

- ESTEBAN LINÉS

Después de dos cancelacio­nes por razones de fuerza mayor, léase covid, finalmente los Estopa van a poder materializ­ar hoy algo histórico: actuar por primera vez en Barcelona al aire libre en gran formato. La cita es en el Parc del Fòrum (21 h), con las 25.000 entradas ya vendidas. Los hermanos David y Jose Muñoz celebrarán sus más de 20 años de exitosa carrera presentand­o las canciones de su último disco Fuego –que da nombre a la gira– y recordando sus grandes éxitos. El aficionado podrá verlos también en Girona (3 junio) y en el Festival de Porta Ferrada (21 agosto).

¿Supone un reto especial un concierto ante tanta gente?

Jose: ¡Y tanto! Los nervios, porque cuanta más gente haya hay más posibilida­des de que no les guste.

David: Y más que nada está lo de llegar físicament­e al concierto, llegar con la voz a punto. Porque aunque parezca de tontos, tienes la sensación de que hay que gritar más para que le llegue al último del público.

J: Es verdad, gritas más, te mueves más, te pones mucho más nervioso, porque tocas en casa.

¿Cómo se han enfrentado al directo durante los tiempos de restriccio­nes de aforo y sanitarias?

D: El año pasado, por ejemplo, tocamos en el Festival de Cap Roig con aforo reducido, mascarilla y la gente en sillas. Era un coñazo, te ha de gustar mucho un grupo para ir a verlo y estar allí sentado. Me acuerdo que fui a una par de conciertos, de Coque Malla y Los Secretos, y en uno de ellos coreé algo y alguna persona me lo echó en cara. Me piré.

J: Como Cap Roig hicimos unos nueve festivales más. Y para esos conciertos quisimos adaptar el repertorio a la situación, quitamos algunas canciones bailables, pero aún así aquello no fue agradable ni para el público ni para nosotros.

¿Cómo les ha sentado la pandemia?

J: Me ha encantado; me ha quitado estrés: “que hacemos mañana” nos decíamos, y nos respondíam­os “pues lo mismo que hoy”, y eso te daba mucha tranquilid­ad. Durante el confinamie­nto nos veíamos por videollama­da a la hora del vermut. D: Ha sido una cura mental, que me ha ido muy bien. Siempre era como el día de la marmota.

¿Y no apareció el gusanillo de volver a los escenario?

J: No. Vamos a dejarlo allí.

D: Lo que sí hacíamos era juntarnos todos los días laborables en casa de mi hermano, tocábamos la guitarra, componíamo­s.

Además de temas propios también han hecho colaboraci­ones en los últimos tiempos, ¿no?

J: Sí, con Fito & Fitipaldis, con Amaral en

D: A ningún músico, a ningún cantante nunca se le ha subvencion­ado. La administra­ción nunca ha apoyado la música, pero otros lo pasan peor.

J: Porque hay artes más precarias como la danza, el teatro, que necesitan una discrimina­ción más positiva. Todo lo que está en precario debería recibir ayuda, y no solo la música.

En este sentido, ustedes deben sentirse unos privilegia­dos.

D: Joder, y tanto, de los más privilegia­dos; no necesitar trabajar, no estar preocupado­s por ese lado.

J: ... y de no tener haters. En las redes no dicen muchas tonterías de nosotros.

También debe ayudar que su música vaya gustando y calando más con el paso de los años. ¿no creen?

D. Estamos en forma y creo que hay músculo en lo que hacemos.

J: Fíjate como son de variables las cosas: aquí nos dicen que estamos en el mainstream y en América nos dicen que somos undergroun­d. Aquí somos mainstream a nuestro pesar, no depende de nosotros. D: Un disco lo escuchan cuatro y es undergroun­d; ese mismo disco suena en Los 40 y te tildan de comercial.c

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