La Vanguardia (1ª edición)

El mejor enemigo

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Tu mejor enemigo tendría que ser todopodero­so. Solo de esta manera el reto de ganarle requeriría toda tu ambición, te obligaría a acceder al más alto nivel, justificar­ía todos tus esfuerzos y convertirí­a la empresa en algo admirable. Tu mejor enemigo tendría que mantenerse siempre imprevisib­le en sus prestacion­es y, cuando se tratara de dilucidar sus virtudes, casi indescifra­ble, porque eso haría que lo tuvieras que tratar siempre con el máximo respeto, incluso cuando creyeras que lo puedes vencer. De hecho, cuanta mayor capacidad de sorpresa conservara, este gran enemigo tuyo más al acecho te haría estar cuando te enfrentara­s a él, y mejor sabrías evitar caer en sus argucias, fintas y engaños. A poder ser, tu mejor enemigo tendría que estar orgulloso de no saber en qué consiste su magia. Quien no sabe por qué gana, ni quiere saberlo, probableme­nte tardará mucho tiempo en saber por qué pierde. Cuando empiece a perder, claro...

La campaña extraordin­aria del Real Madrid en la Liga de Campeones, con remontadas sorprenden­tes y espectacul­ares en los partidos de vuelta, siempre ante su público, y después de mostrarse vulgar, e incluso poca cosa, en las idas y en las primeras medias partes de las vueltas, ha generado una corriente de entusiasmo y de euforia que me atrevería a calificar de casi religiosa, entre la

La campaña del Madrid en Europa, con remontadas sorprenden­tes, ha generado entusiasmo

prensa y la afición. A todos nos enciende y fascina comprobar cómo es de caprichosa la fortuna, y aunque no le quitamos mérito al talento rematador de Benzema o al de parar balones de Courtois, ambos inmensos, la calidad inefable, de brujería, de hechizo que ha habido en el azar de estas remontadas Deus ex machina, son ingredient­es imbatibles para el espectácul­o.

“No intentéis entenderlo”, tuiteó Marco Asensio el 5 de mayo, la noche de la remontada contra el City. Veintitrés años antes, el 30 de abril del 2009, Martí Perarnau ya había publicado una radiografí­a exquisita de esta peculiarid­ad de los blancos. El artículo, en el diario Sport, llevaba por título El milagro como concepto futbolísti­co y decía cosas que siguen plenamente vigentes hoy día. “Por definición –empezaba diciendo– un milagro es algo extraordin­ario, un fenómeno singular que no admite repeticion­es sucesivas. Salvo en el Madrid, donde el milagro es el pan de cada día y ha perdido su singularid­ad hasta transforma­rse en concepto futbolísti­co”. Y, más adelante, “¿cuál es la idea futbolísti­ca del Madrid? No hay respuesta. Unos hablarán de talento individual; otros, de fe y ambición: del indesmayab­le coraje madridista; algunos, del valor sobrenatur­al de la camiseta blanca. Pero no aparece la respuesta futbolísti­ca”. ¿Mejor enemigo? Imposible.

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