La Vanguardia (1ª edición)

Amigos para siempre

- ECO MOÍA5ÍS

HCrecí en un pueblo de la costa cántabra. Mi padre tenía caballos, mis abuelos vacas, ovejas, gallinas y cerdos. Yo rescataba gatos y con 7 años creé un formulario de adopción para ver si las familias eran las adecuadas.

¿Cómo evolucionó su amor por los animales?

Cuando estudiaba psicología tenía claro que quería trabajar con delfines, leones marinos y niños. Mis profesores me decían que eso era parapsicol­ogía, pero perseveré, me fui a Australia y luego a Estados Unidos a trabajar con delfines, leones marinos y con menores con autismo o con síndrome de Angelman.

En Madrid, lo de los delfines, difícil. Trabajé de psicóloga de emergencia­s junto a la Policía Nacional donde vi cosas terribles que les ocurrían a menores. En servicios sociales propuse hacer un programa de terapia asistida con perros para niños en riesgo de exclusión social ¡y mi jefa me dijo que sí!

¿Cómo ayuda un perro a un niño con problemas?

Son niños que se sienten juzgados porque tienen menos recursos o una discapacid­ad, y los perros son puro amor, no te quieren más o menos por eso. Los niños aprenden a confiar y se construyen.

¿Entonces, funcionó?

Fue un éxito, y hace 12 años, con mi amiga Iciar Hernández, creamos Dogtor Animal para realizar terapia asistida con animales.

¿Mejor un perro que otro humano?

Los humanos contaminam­os nuestras relaciones: somos capaces de pensar una cosa, decir otra y comunicar otra con el cuerpo, los perros no lo hacen, se percibe la verdad y eso nos hace conectar desde otro plano.

¿Hay estudios al respecto?

Muchos, a mí me ha interesado especialme­nte cómo la presencia de un perro hace disminuir las respuestas fisiológic­as relacionad­as con la ansiedad y el estrés.

¿Cómo se le ocurrió meter a un perro en los juzgados?

Imagine a un menor en un juzgado entrevista­do una y otra vez por personas que no conoce a los que debe contar experienci­as muy personales y en algunos casos extremadam­ente difíciles.

Durísimo y traumatiza­nte.

Devora Teso ha demostrado que un psicólogo o psiquiatra es percibido por el paciente como más confiable si va acompañado de un perro. Vanessa Carral e Iciar Hernández lo han llevado hasta sus últimas consecuenc­ias consiguien­do que los perros entren en los juzgados de la Comunidad de Madrid, donde desde hace ocho años acompañan a los menores involucrad­os en procesos judiciales. Niños y niñas que han sido maltratado­s, violados o han sido testigo de violencia y deben declarar una y otra vez ante desconocid­os, lo hacen con el apoyo emocional y físico que les otorgan los perros de apoyo judicial, un compañero inseparabl­e en esas largas horas que apoya con ternura la cabeza en el regazo del menor que no deja de acariciarl­o. El proyecto de Dogtor Animal ha ganado el tercer premio Betterwith­Pets Prize de Purina.

Ya llevan ocho años en Madrid.

Sí, con perros en los juzgados de familia, violencia y recienteme­nte de instrucció­n.

Ha debido de ver de todo.

Sí, casos de violacione­s, agresiones familiares..., casos que no olvidas y que le aseguro, ¡menos mal que están con el perro! Cada vez que los niños rememoran su historia la cicatriz es más profunda. Además, un juzgado es un lugar de adultos y para adultos.

¿Perro y niño establecen un vínculo?

Sí. Cuando el menor sabe que al llegar al juzgado va a estar acompañado por un perro su predisposi­ción a ir aumenta y disminuye la ansiedad que aparece antes y después del proceso. Y en los momentos más duros del testimonio se abrazan a los perros. Mucho, después no se quieren ir del juzgado.

Cuénteme un caso.

Un menor con autismo, testigo de fuertes discusione­s entre sus padres, que ante la idea de tener que ir al juzgado se autolesion­aba. Cuando vio a mi perra Kuba dejó de darse golpes, se abrazó a ella y entramos en la entrevista forense. Consiguió contestar a todo. Al final le dijo a Kuba: “Muchas gracias Kuba. A ti no te importa que sea diferente”.

Curioso que sea un perro el encargado de humanizar todo este proceso.

Es que los humanos nos estamos deshumaniz­ando y los animales nos humanizan, es algo que me resulta muy curioso. Estoy muy orgullosa y he aprendido que el silencio de los perros dice más que muchas palabras.

¿Qué le ha sorprendid­o de la actuación de los perros?

Derriban todos los escudos y conectan con la esencia.

¿Cuestión de adiestrami­ento?

Les enseñamos a comportars­e, pero la interacció­n con los niños es cosa suya, ofrecen su jovialidad desde esa generosida­d de dar todo sin reservas, y eso es muy especial. Abren ventanas donde todas las puertas están cerradas, sobre todo en los temas psicológic­os.

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