La Vanguardia (1ª edición)

La mayoría articulada por Hizbulah en Líbano pende de un hilo

El polo alternativ­o gira en torno al ascenso de Fuerzas Libanesas

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

Todo en Líbano pende de un hilo, incluida la mayoría capitanead­a por Hizbulah, que dominó el último Parlamento. El lento escrutinio de las elecciones del domingo pasado aún no permite a nadie cantar victoria. Ayer por la tarde lo advirtió el ministro del Interior, Basam Maulaui, tras desglosar el recuento en siete de las quince circunscri­pciones y la tortuosa atribución de 49 de los 128 escaños, de base confesiona­l.

De estos y otros datos se desprende que Hizbulah y Amal habrían revalidado resultados en sus feudos chiíes, pero que su principal aliado cristiano, el Movimiento Patriótico del presidente Michel Aun, habría pinchado en algunas circunscri­pciones, en beneficio de los más directos rivales del bloque preferido de Irán. Léase, los falangista­s de Kataeb y, sobre todo, las Fuerzas Libanesas, del derechista maronita Samir Geagea, nuevo favorito de Arabia Saudí.

Estas pérdidas no habrían sido suficiente­mente compensada­s por algún avance de los socios suníes de Hizbulah, a causa del boicot a los comicios prediSaad cado por el antiguo favorito de este electorado, Saad Hariri.

Geagea, que cumplió once años de condena por asesinatos políticos, podría convertirs­e así en el primer referente del electorado cristiano, por delante del yerno del casi nonagenari­o Aun, Gebran Basil. “Se están comprando votos desde el extranjero”, advirtió Aun el viernes pasado.

En cualquier caso, un relevo fallido que será saboreado por muchos libaneses que tomaron las calles a finales del 2019, antes de ser devorados por dos años de espanto. La aparente sorpresa es que un número mayor del esperado de candidatos vinculados a aquella protesta habrían logrado escaño, pese a tenerlo todo en contra. En Líbano, además, no se vota hasta los 21 años.

La baja participac­ión, del 41% –7,5% menos que hace cuatro años, pese a la gravedad de las circunstan­cias– supone una nueva desautoriz­ación del particular sistema político libanés. También refleja las escasas expectativ­as de cambio, aunque en el extranjero las inscripcio­nes para votar se multiplica­ron por tres y hasta por cinco.

La llamada a la abstención del varias veces primer ministro, Hariri –que instaló piscinas inflables en barrios afines de Beirut para mostrar su indiferenc­ia a la jornada electoral– tuvo claramente efecto.

Aunque el próximo jefe de gobierno libanés deberá ser suní, la descomposi­ción política de este segmento es palpable. Turquía y Arabia Saudí, en fase de reconcilia­ción, tienen un interés común en recomponer­lo.

La polarizaci­ón entre la derecha cristiana, por un lado, y los partidos chiíes, por otro, ya estalló en octubre pasado, cuando una manifestac­ión de estos últimos, contra el magistrado que juzga la devastador­a explosión de hace dos agostos en Beirut, fue disuelta de forma sangrienta por francotira­dores a la entrada del barrio maronita. Murieron seis chiíes. Algunos temieron ver el fantasma de los peores años de la guerra civil y sus líneas rojas sectarias.

La futura alineación en Beirut no será indiferent­e al desenlace de la guerra en Ucrania. Algo parecido a una victoria rusa reforzará la posición de Bashar el Asad en Siria y, de rebote, la de Hizbulah en Líbano. Mientras que una guerra de desgaste sin final a la vista aumentará aún más las intrigas, con el visto bueno de una parte importante de la población cansada de la injerencia de Irán y sus aliados.

Nalan Yazgan, especialis­ta en Líbano, no alberga dudas: “Pase lo que pase, a los libaneses les esperan días difíciles”.

Al menos en Yemen, otro de los países en los que la milicia de Hizbulah está acusada de intervenir militarmen­te, se registró ayer lunes una noticia esperanzad­ora. Por primera vez en seis años, la tregua permitió el despegue de un vuelo comercial del aeropuerto de la capital, Saná. Fueron 150 pasajeros, con destino a Ammán. En la capital jordana otros 60 tomaron el vuelo de vuelta.c

El boicot del líder suní Saad Hariri a las elecciones redujo la participac­ión a un ridículo 41%

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MOHAMED AZAKIR / REU ER Un empleado electoral sentado ayer junto a un montón de urnas en el palacio de Justicia de la ciudad de Jdeideh

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