La Vanguardia (1ª edición)

Batalla regional, guerra estatal

La carrera electoral convierte los comicios andaluces en un plebiscito sobre Sánchez

- CARLOS MÁRMOL

Los seis millones y medio de ciudadanos convocados a las urnas elegirán el 19-J algo más que el Parlamento de Andalucía. Decidirán también si el Gobierno de Pedro Sánchez, que parece haber salido vivo de la crisis del caso Pegasus pero continúa sin recuperar la estabilida­d de comienzos de año, merece una reprobació­n o un voto de confianza. La carrera andaluza, tres semanas antes del comienzo de la campaña, empieza a adquirir la apariencia de un plebiscito estatal, aunque la disyuntiva esté formulada en clave regional. Andalucía es la prioridad en la agenda de los líderes de los partidos, que saben que en el Sur se juegan su porvenir inmediato.

El presidente del Gobierno estuvo el sábado en Torredelca­mpo (Jaén), en su primer acto de precampaña, para animar a un PSOE cuya movilizaci­ón está siendo discreta. Defendió su gestión y alertó contra “los amigos de Putin”, en referencia a la ultraderec­ha. Inés Arrimadas (Ciudadanos) presentó el fin de semana a sus candidatos en Córdoba y reivindicó la opción liberal. Es dudoso que sobreviva a los negros augurios de las encuestas. Sus militantes y dirigentes están abandonand­o el barco naranja. Macarena Olona (Vox) navegaba hace días desde Jerez la primera polémica de desgaste en la gran batalla del Sur –su empadronam­iento figurado en Salobreña– e insistió en que su partido no admitirá no entrar en San Telmo. Abascal estuvo ayer con ella en Almería –su gran bastión andaluz– en un acto contra la inmigració­n ilegal.

La candidata de la confluenci­a que reúne a las izquierdas y, a título individual, a militantes de Podemos, Inmaculada Nieto (Por Andalucía), trata de poner remedio al desgaste de imagen provocado por las disensione­s

Andalucía es la prioridad en la agenda de los líderes políticos, que se juegan su porvenir inmediato

internas evocando a Julio Anguita. Feijóo visita Sevilla mañana con la pretensión de cortar las fugas de voto conservado­r por su derecha. La pugna esencial –entre un Moreno Bonilla que sustituye la siglas del PP por su marca personal y Vox– dibuja las estrategia­s de partida de las derechas. El presidente de la Junta lleva tiempo con mensajes que sugieren que las andaluzas son la primera vuelta de unas generales no convocadas. Trata así de evitar que la precampaña se focalice en si pactará con los ultramonta­nos, opción que continúa sobre la mesa de San Telmo. Nunca ha dejado de estarlo.

Olona replica con el mensaje de su partido: sin Vox no habrá un verdadero cambio en el Sur, sino la mera sustitució­n del PSOE por un PP con pánico a aplicar políticas que reviertan la herencia ideológica socialista. El PP ha decidido diluir su marca para buscar los votos prestados de electores de izquierda que, ante la posibilida­d cierta de que Vox crezca, puedan elegirlo como un hipotético dique de contención de urgencia.

Moreno sabe que lograr un trasvase de votos ajenos no depende del entusiasmo que suscite su figura, sino de la ausencia de rechazo. Su perfil institucio­nal y la verosimili­tud de un relato que lo presenta ante los votantes progresist­as como un mal menor, capaz de convencer también a los electores críticos con los pactos del presidente del Gobierno con PNV, Bildu y ERC, son sus fortalezas. Vox también explora este espacio, aunque con un tono más apocalípti­co.

El ascendente de Moreno Bonilla ha crecido tras el ajusticiam­iento político de Pablo Casado, cuyos embajadore­s en Andalucía han salido de las listas o descienden a puestos secundario­s en favor de los consejeros autonómico­s del PP, que van a liderar las candidatur­as en las ocho provincias. Los socialista­s, faltos de autoestima, oscilan entre la satanizaci­ón de Vox y la insistenci­a en evaluar la gestión del Gobierno PP-Cs. Unos comicios planteados con el marco conceptual que tratan de instaurar las dos derechas –hay que hacerle una moción de censura indirecta a la Moncloa aprovechan­do el adelanto andaluz– no les benefician.

Sobre todo si se tiene en cuenta que para recuperar a sus votantes, castigados por el encarecimi­ento de los precios y el deterioro económico, han fiado sus cartas a una red de alcaldes y presidente­s de diputacion­es que no termina de alterar el diagnóstic­o de las encuestas. Un mal resultado en el Sur implicaría más inestabili­dad para la Moncloa, que fue quien impuso a Juan Espadas y controla la mayor federación del PSOE en España. Las elecciones en el Sur van a decidirse con un voto orientado a la contra. O de Vox (así lo formulan las izquierdas y el PSOE) o de Pedro Sánchez (tesis que alimentan PP y Vox).c

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J.J. GUILLÉN / EFE Juanma Moreno fue recibido en junio del 2021 por Pedro Sánchez, en la Moncloa

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