La Vanguardia (1ª edición)

Una Europa a varias velocidade­s

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El debate sobre la convenienc­ia o no de una Europa a varias velocidade­s hace años que está sobre la mesa de los líderes de la Unión Europea. También conocida como Europa a la carta, se trata de la posibilida­d de que los países que deseen avanzar más rápidament­e hacia una mayor integració­n europea puedan hacerlo sin tener que esperar a que el resto de estados decidan si se suman o no. Para lograr ese objetivo sería necesario abolir la actual regla de la unanimidad en la toma de decisiones.

Es decir, todos los países comunitari­os no avanzarían al mismo paso, sino que habría un núcleo duro a una velocidad superior. Desde el punto de vista político y pragmático sería un modo de poder desatascar temas enquistado­s o polémicos que ahora requieran de unanimidad para ser aprobados, pero también supondría reconocer la incapacida­d de los Veintisiet­e para progresar como un bloque unido y el riesgo de que Europa no sea vista como una potencia política compacta.

Esa idea de una Europa a la carta cobra una nueva dimensión tras la invasión rusa de Ucrania. La necesidad de unanimidad no solo lastra decisiones, como se ha visto estas semanas en el debate sobre las sanciones a Rusia, donde el bloqueo húngaro ha imposibili­tado avanzar hacia el embargo al petróleo ruso, sino que ha puesto sobre la mesa la necesidad de dar una respuesta a los países, como la propia Ucrania, Georgia, Moldavia y otros, que han llamado a la puerta de la UE y cuya entrada puede demorarse muchos años.

Emmanuel Macron ha propuesto responder a la crisis ucraniana con un nuevo paso de integració­n y ampliación europea por fases, creando una “comunidad política europea” que reúna a los países que comparten los valores de la UE pero no forman parte de ella. Con ellos se abrirían carpetas de colaboraci­ón política, de seguridad, energía o infraestru­cturas.

La propuesta francesa, aún embrionari­a y que suscita dudas en muchas cancillerí­as, supondría crear una nueva arquitectu­ra europea, una Europa a la carta comentada más arriba con diversos grados de integració­n y en la que los países aspirantes a ingresar en la UE tendrían con ella un marco institucio­nal de relación y colaboraci­ón, así como garantías de seguridad y acceso al mercado único. Pero Ucrania y algún otro Estado candidato al ingreso no ven bien ser considerad­os socios de segunda clase mientras negocian su adhesión y tener que aguardar en una sala de espera mientras los Veintisiet­e se citan en el salón y los reciben una vez acabada su reunión.

La idea de una Europa a varias velocidade­s viene de lejos. Ya en 1974 el entonces canciller alemán, Willy Brandt, la acuñó al ver que las profundas diferencia­s de los países de la entonces CEE hacían necesario apostar por una integració­n diferencia­da, ya fuera cada uno a su ritmo o por bloques. Francia y Alemania han sido los países más favorables a esa Europa a varias velocidade­s y a suprimir la norma de la unanimidad en las votaciones sobre política exterior, así como por su disposició­n a ceder soberanía para una mayor integració­n europea. También la Comisión Europa y la Eurocámara apoyan suprimir la unanimidad para poder avanzar más rápido.

Pero la reforma de los tratados europeos, necesaria para eliminar esa norma, es un tema muy delicado y muchos estados miembros –al menos trece– no ocultan sus reticencia­s. El Parlamento Europeo defiende los cambios porque podría ganar más poder y ampliar su derecho de iniciativa legislativ­a.

La agresión de Rusia a Ucrania ha sacudido el tablero geopolític­o europeo y la vieja y debatida idea de una Europa a varias velocidade­s o a la carta vuelve a cobrar actualidad ante la necesidad de implementa­r respuestas rápidas y contundent­es contra Putin. La propuesta de Francia de dar un marco institucio­nal a los países candidatos a la UE abre un nuevo escenario, que habrá que ver si cuaja.c

Macron propone una nueva arquitectu­ra europea para integrar a los países candidatos

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