La Vanguardia (1ª edición)

Discreta Eurovisión en Rusia tras años de choques con Ucrania

- Gonzalo Aragonés

■ Rusia (siempre de fiesta cuando llegaba esta cita) ha preferido que Eurovisión pasase esta vez de la forma más discreta posible, y más después de que el festival reflejase un fuerte apoyo de Europa a Ucrania.

El tema Stefania nosevaa convertir en un hit en Rusia. Y casi no ha habido reacciones políticas, a no ser la de María Zajárova, portavoz del Ministerio de Exteriores, quien aseguró que la victoria de

Ucrania beneficia a EE.UU. y a la OTAN, al utilizar un “poder blando destructiv­o” para, según ella, humillar a Europa. No es la primera vez que Rusia y Ucrania miden su rivalidad en Eurovisión. Hubo un primer conato en el 2007, porque la canción de Verka Serduchka (Andriy Danylko) parecía decir “Russia goodbye”. Pero tras la anexión de Crimea por Rusia en el 2014, la tensión fue a más. En el

2016 la canción 1944, de Jamala,

inspirada en la deportació­n de tártaros por la URSS, recibió críticas de Moscú. La enemistad entre Rusia y Ucrania impidió que participas­en en Eurovisión la rusa Yulia Samóilova en el 2017; y las ucranianas Maruv, en el 2019, y Alina Pash, a la que este año sustituyó Kalush Orchestra. Durante años Eurovisión ha servido a los publicista­s rusos para criticar la “promiscuid­ad” occidental, pero también como una excelente plataforma para demostrar poderío nacional. En las últimas décadas ha sido uno de los países que más éxitos han cosechado. Ganó en el 2008, con el Believe de Dima Bilán, y en diez ocasiones alcanzó los cinco primeros puestos. Historia pasada difícil de repetir, porque Rusia ha roto con la Unión Europea de Radiodifus­ión y porque la crisis actual tiene pinta de durar más que la peor de las canciones. /

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