Sánchez denuncia el envío de ‘piolines’ por el 1-O y la derecha reacciona airada
La Moncloa y el PSOE advierten de una “interpretación malintencionada” del PP
Mientras intenta embridar a un Pegasus desbocado, Pedro Sánchez acudió ayer a la sesión de control en el Congreso armado con dos argumentos para blindarse ante la ofensiva del PP por sus presuntas concesiones al independentismo. Por un lado, el sondeo que La Vanguardia publicó el lunes, según el cual más del 70% de los catalanes considera que la independencia no debería ser una prioridad del Govern. Por otro, las informaciones que ayer mismo publicaba El País sobre la operación del ejecutivo de Mariano Rajoy, junto al excomisario José Manuel
Villarejo, para combatir al secesionismo con pruebas falsas y montajes policiales.
Después de que la portavoz del PP, Cuca Gamarra, le instara a desvelar qué más cesiones haría al independentismo para seguir en la Moncloa, tras cesar a la jefa del CNI, el presidente del Gobierno puso en contraste su gestión para apaciguar el conflicto catalán con la del ejecutivo del PP. “Ustedes mandaban piolines a Catalunya y con nosotros la selección española de fútbol puede jugar en Catalunya sin ningún tipo de problema o de polémica”, resaltó Sánchez.
El presidente aludió así a los ferris –uno de ellos ilustrado con una enorme imagen de Piolín, el personaje de dibujos animados– que habilitó el ejecutivo del PP en los puertos de Barcelona y Tarragona para alojar a los policías nacionales y guardias civiles desplazados a Catalunya en vísperas del referéndum del 1-O del 2017.
“A ustedes les aprueban declaraciones unilaterales de independencia y con nosotros, según los últimos estudios demoscópicos, más del 70% de la población en Catalunya no considera la independencia como una prioridad”, insistió Sánchez. Y remató: “La receta se llama concordia frente a la discordia que ustedes siempre siembran con Catalunya, ya sea en el Gobierno o en la oposición”.
Mientras Gamarra exhibía una imagen de Sánchez y Quim Torra reunidos en la Moncloa, como prueba de que selló “un pacto diabólico” con el independentismo para gobernar, el jefe del Ejecutivo equiparó al PP de Alberto Núñez Feijóo con el de Rajoy, acuciado por “la famosa libretita de Bárcenas”, empeñado en contratar a Villarejo o en utilizar “una policía mal llamada patriótica”. “Las verdades duelen, pese a los villarejos y la destrucción de ordenadores, ustedes fueron condenados por corrupción”, advirtió al PP.
Gamarra no reaccionó a la alusión de Sánchez a los piolines, pero de inmediato tanto el PP como Ciudadanos se mostraron airados, al interpretar que el presidente se refería con esa expresión a los policías, y no a los barcos.
El propio Sánchez concluyó su intervención, precisamente, destacando su “total y rotundo” respaldo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Pero la mecha ya había prendido, y tanto la diputada popular Ana Belén Vázquez como la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, clamaron piolines,
El presidente esgrime su receta de concordia y achaca al PP “sembrar siempre la discordia con Catalunya”
“Lávense la boca antes de hablar así de nuestros policías”, insta Arrimadas; el PP clama: “¡Es una vergüenza!”