CUADERNO BARCELONÉS
GLACIAR: REAPERTURA Después de un tiempo cerrado, es noticia que Glaciar haya por fin reabierto la puerta, aunque sea por capítulos. El primero de ellos se ha centrado en el café y la cervecería, mientras que el segundo es inminente: el restaurante. Se trata de un nombre y un lugar cargados de historia. Glacier, pues fue bautizado a la francesa, principió en la prestigiosa
Rambla del Centro, 19 (corresponde hoy al número 50), con puerta además en la plaza Reial, 2; corría 1922; en 1929 y para aprovechar la euforia de la Exposición Internacional fue ampliado en el número 3 con un restaurante de altura, que se ganó a pulso una justa nombradía. El franquismo le obligó a españolizarse: Glaciar. Una pintura mural de Grau Sala lo singularizaba.
Fue lugar de encuentro, con tertulias de artistas e intelectuales; mientras el vecino pintor Pruna engullía tanques de cerveza, su colega Serrano trazaba retratos. Lucía una cocina opulenta y refinada. Uno de sus atractivos eran los salones del restaurante, con alguno de lo más privado. Es deseable que esta reaparición en un lugar tan sensible obtenga el éxito que merece.