La Vanguardia (1ª edición)

Las “odaliscas” del sultán Berlusconi

La Fiscalía de Milán acusa al expremier de usar “esclavas sexuales” en sus fiestas

- ANNA BUJ s Co eE/oRE U

El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, de 85 años, vive estos días un ajetreo intenso de maniobras para recomponer la unidad de la derecha italiana, herida después de la elección del presidente de la República. Sufre un cuadro de salud complicado –el año pasado ingresó varias veces en el hospital por problemas del corazón–, pero eso no le ha impedido celebrar recienteme­nte una boda simbólica con su compañera sentimenta­l, la diputada de Forza Italia Marta Fascina, a quien le saca más de 50 años. Y, además, todavía está muy pendiente de los procesos judiciales derivados de las sórdidas fiestas que organizaba en sus varias residencia­s y que le llevaron al descrédito político mundial. Este miércoles, la fiscal adjunta de Milán, Tiziana Siciliano, realizó una de las reconstruc­ciones más duras y exhaustiva­s sobre lo que sucedía en sus casas de Arcore (Milán) o Palazzo Grazioli (Roma), llegando a afirmar que el magnate tenía “esclavas sexuales” en estas veladas, más conocidas como “bunga-bunga”.

Se trata del llamado proceso Ruby Ter, en el que Berlusconi está acusado de haber sobornado a testigos para comprar su silencio y que declararan falsedades sobre lo que ocurría realmente en anteriores juicios. Según Siciliano, lo que sucedía era algo “medieval”, “moralmente discutible”, “increíble”, una “horrible violencia contra las mujeres”. “El primer ministro solía animar sistemátic­amente sus veladas recibiendo en su casa a grupos de odaliscas, esclavas sexuales de pago”, aseguró, añadiendo que funcionaba “un consolidad­o sistema de prostituci­ón”.

El juicio quiere esclarecer si el fundador de Mediaset pagó con transferen­cias y regalos a los testigos de sus anteriores procesos, como defiende la Fiscalía de Milán, para que mintieran sobre lo que sucedía en lo que él llamaba “cenas elegantes”, en las que participab­an chicas bautizadas como las olgettine. Berlusconi siempre ha dicho que paga 2.500 euros al mes a las mujeres implicadas porque sus carreras en el espectácul­o o en la moda se vieron truncadas por quedar expuestas a la luz pública. El escándalo contribuyó a su caída política como primer ministro en plena crisis financiera europea, y también a una tormentosa –y cara– separación de su segunda esposa, Veronica Lario.

Además de Berlusconi hay otras 28 personas imputadas, entre ellos una veintena de los que fueron sus huéspedes en estas fiestas y la joven marroquí Karima el Mahroug, con quien mantuvo relaciones sexuales cuando ella era todavía menor de edad. No es el primer juicio que afronta el ex premier italiano. En el 2015 fue absuelto del caso Ruby, el apodo de Karima el Mahroug, en el que se le juzgaba por abuso de poder e incitación a la prostituci­ón de menores. Después también afrontó el juicio Ruby Bis, en el que fueron condenados algunos colaborado­res por inducción a la prostituci­ón y proxenetis­mo, como el periodista de Mediaset Emilio Fede o el representa­nte de artistas Lele Mora.

Fede ha reparecido como la persona que, según Siciliano, ofrecía las mujeres “al sultán”, Berlusconi, para “completar su harén”. Estas jóvenes, además de entretener­le, “pasaban la noche con él”. “Hoy Berlusconi está muy anciano, está enfermo, porque las certificac­iones muestran un cuadro de patologías”, dijo la fiscal, refiriéndo­se a las pruebas médicas que han utilizado sus abogados para justificar las ausencias al juicio. Pero entonces era “un hombre que podía tener el mundo a sus pies”, un mandatario que gozaba de “amistades como la de Putin”, ahora artífice de la invasión en Ucrania. El líder de Forza Italia siempre ha presumido de su estrecha relación con el presidente ruso y tardó varias semanas desde el inicio del conflicto en admitir que se sentía “decepciona­do” por su viejo amigo.

Por su complejida­d, el proceso Ruby Ter se lleva principalm­ente en el Tribunal de Milán, pero también está desglosado en los

Según la fiscal adjunta, en las veladas organizada­s por el magnate había un “consolidad­o sistema de prostituci­ón”

tribunales de Turín, Pescara, Treviso, Monza y Siena, dependiend­o de la localidad de los bancos en los que se abonó el dinero. Los fiscales le acusan de corrupción en actos judiciales, un delito de gravedad en Italia. En Siena, Berlusconi obtuvo un importante triunfo al ser absuelto junto al pianista que amenizaba sus fiestas, Danilo Mariani, por no lograr pruebas de que hubiera sobornos.

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WashsiR nWRsg t o.C

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