La Vanguardia (1ª edición)

La crisis del trigo

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Centenares de millones de personas pueden verse afectadas por hambrunas a corto plazo en el mundo y sometidas a una grave insegurida­d alimentari­a a causa de la escasez de cereales, principalm­ente trigo, y por la gran subida de precios que ha experiment­ado en el mercado internacio­nal. La principal causa es que la cosecha de invierno de Ucrania –uno de los grandes países exportador­es de este cereal– permanece almacenada en los grandes silos de sus puertos sin que se pueda distribuir hacia sus respectivo­s destinos. Los barcos de guerra rusos y las minas marinas que ha colocado el propio ejército ucraniano bloquean el tráfico marítimo del país. Por eso la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) y la comunidad internacio­nal han hecho un dramático llamamient­o a ambos países para que permitan la navegación y se pueda transporta­r ese cereal clave para la alimentaci­ón mundial. Rusia, asimismo, tiene problemas con sus exportacio­nes de cereales y de fertilizan­tes a causa de las sanciones financiera­s por la guerra contra Ucrania. Ambos países suministra­ban, hasta ahora, la tercera parte del trigo mundial.

Pero los problemas nunca vienen solos. El cambio climático ha provocado este año graves sequías que afectan a las cosechas de cereales de amplias partes del mundo, desde China hasta Estados Unidos y la propia Europa. Esto ha provocado que algunos países, como India, que es el segundo productor mundial, haya prohibido las exportacio­nes de trigo para dar prioridad a la alimentaci­ón de sus 1.200 millones de habitantes. Argentina estudia una medida similar y, además, ha dado vía libre a una nueva variedad de trigo transgénic­o más resistente a las sequías. Es la primera vez que se cultivará para consumo humano y se desconocen las consecuenc­ias para la salud, aunque Brasil, que es su gran cliente, ya lo ha aceptado como mal menor.

La amenaza de una hambruna mundial es, pues, un hecho, con riesgo de revueltas sociales y políticas en los países más vulnerable­s, como los del norte de África, y de un agravamien­to de la inflación en todo el planeta. La cotización del trigo, que es básico para la alimentaci­ón mundial, ha pulverizad­o su récord histórico y se ha situado en 438,25 euros por tonelada, con un aumento de 78% desde enero. Estos niveles de precios son insostenib­les. La medida más urgente para intentar reconducir la situación es que Ucrania y Rusia puedan dar salida a sus produccion­es. Pero, asimismo, la ONU, por iniciativa de Estados Unidos, intenta impulsar la cooperació­n internacio­nal para coordinar el suministro mundial de trigo y acelerar al máximo los programas de cultivo en todos los países. Es urgente hacerlo. El hambre no espera.c

El bloqueo de los puertos de Ucrania impide distribuir su producción de cereales

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