Los rusos combaten distinto
Los soldados ucranianos en primera línea detectan cambios en el enemigo
“El enemigo tiene una táctica peculiar: destruirlo todo”, dice Volodímir, en alusión a la artillería rusa
Vitali, un paramédico curtido, asegura que la manera de combatir de los rusos está cambiando
Una, otra, y otra más. Y así intermitentemente durante el día y la noche. Algunas explosiones suceden tan cerca que hacen temblar las paredes del salón adaptado como comando de operaciones de una las unidades del ejército ucraniano en Metolkino, una de las tres poblaciones que hasta el comienzo de la semana controlaba en el este de Severodonetsk.
En los bajos de la casa rural cada hombre tiene una tarea: un joven con quemaduras en el rostro no se despega del sistema de radio; otro con facciones más maduras actualiza unas tablas de Excel en el ordenador; otro aún mayor y con el pelo blanco escribe un reporte a mano, es el médico. Cada uno sabe que si la posición que defienden cae no solo pondrán en riesgo el resto de los hombres que mantienen este sector, sino que podría ser el fin de Severodonetsk.
“Si alguna posición da holgura, estaremos en medio de la caldera, totalmente rodeados”. Las palabras son de Volodímir, que coordina junto con su comandante los próximos movimientos de la unidad. Ambos son jóvenes, no superan los 25 años, y graduados de la academia militar. En un gran mapa que extienden encima de una mesa señalan los puestos donde están cada uno de sus hombres. En algunos lugares están a menos de 400 metros de los rusos, en otros, a un kilómetro y medio. “Estamos trabajando lo más duro posible para detenerlos. Pero el enemigo tiene una táctica peculiar: destruirlo todo”, dice Volodimir.
Si al comienzo de la guerra la táctica del ejército ruso fue avanzar con largas caravanas de tanques –todavía los utilizan, aunque no en la misma escala–, ahora se centran en ataques interminables con artillería, además de desplegar pequeñas unidades de ataque. Su misión es bombardear sin cansarse para luego, una vez arrasada la población, tomar su control. Así está sucediendo actualmente en Severodonetsk –la segunda ciudad de la provincia de Luhansk–, donde se libra una de las más duras batallas en la actualidad. Pero antes también había pasado en otras poblaciones del Donbass en las que las fuerzas invasoras han avanzado en las últimas dos semanas. Ya lo dijo el presidente Zelenski días atrás: “Rusia está provocando un infierno en el Donbass”.
Esto incluye Rubizhne y Popasna, donde prácticamente no queda nada. “Todo está destruido, hay decenas de pueblos fantasma”, explica Yara, paramédica, que se unió al ejército después del 2014. Actualmente forma parte de la unidad médica de la inteligencia. Rubia y con rastas que se recoge sobre la espalda, cuando comenzó la guerra estaba destinada en el Donbass, pero rápidamente los trasladaron hacía Mariúpol, donde la defensa era mucho más débil.
“Llegaban columnas de tanques por todas partes. Nosotros nos habíamos quedado en un pueblo de la retaguardia y fue una pelea dura para impedir que pasaran. Lo logramos, pero muy rápido pudieron rodear Mariúpol”, cuenta Yara, a quien encontramos una tarde recogiendo provisiones médicas que le proveían unos voluntarios. Horas antes había regresado del frente de Popasna –por donde los rusos han logrado avanzar en busca de unir sus tropas con aquellas que bajan desde el norte por Bilahorivka o Izum–. Se la veía agotada; su 4x4 negro tenía los vidrios rotos y las puertas agujereadas.
Otro paramédico, Vitali, que también estuvo en la región en el 2014 y trabaja con una de las unidades médicas más experimentadas del ejército ucraniano, asegura que la manera de luchar de los rusos ha cambiado significativamente: “El calibre de las armas no es el mismo; es más grande, más poderoso y abarca un espacio mucho más amplio que antes”. Los soldados más curtidos también coinciden en que ahora los rusos usan la aviación a mayor escala, incluidos los drones de reconocimiento y que cargan municiones. Y no solo eso, también atacan los equipos médicos como nunca antes se había visto.