La Vanguardia (1ª edición)

Defensores de los animales

- ÓSCAR MUÑOZ Barc lona

Cuando se les pregunta si se sienten satisfecho­s con sus vidas, los barcelones­es responden que sí con pocas dudas puesto que en una escala de cero a diez sitúan su valoración sobre esta cuestión en un 7,9. Pero, al mismo tiempo, afirman que la sociedad es cada vez más hostil. La consideran materialis­ta (el 92,4% así lo cree), individual­ista (86,2%), machista (81,5%), racista (72%) y violenta (62,4%). Esta dicotomía, que va a más, es uno de los aspectos más llamativos de la última encuesta de valores sociales que el Ayuntamien­to elabora cada cuatro años. La séptima edición se hizo el pasado otoño sobre 1.500 entrevista­s a residentes en la ciudad de entre 15 y 75 años.

La nota media en satisfacci­ón vital es la más alta desde que se realiza el sondeo, 1998, cuando fue un 7,3. La razón de esta disonancia al alza con la percepción de que la sociedad empeora se debe al tipo de cuestiones, que pesan más en cada caso. Ámbitos como la familia, el desarrollo personal, los amigos, los estudios o el trabajo son los más importante­s en el primero. Forman parte del entorno más próximo. Los más generales preocupan, pero se tratan de separar y no conllevan una gran participac­ión colectiva para mejorarlos. Prueba de ello es la cada vez mayor desafecció­n política. Menos de la mitad de los encuestado­s –el 42,4%– afirma estar mucho o bastante interesado en ella. Y el 90,9% tiene poca confianza en los partidos.

Los barcelones­es viven en burbujas en torno a sus esferas privadas, que intentan proteger en la medida de lo posible, un fenómeno que se ha visto acentuado por la pandemia de la covid. Esto es reflejo del creciente individual­ismo que se observa desde hace años. “Cada vez vivimos más en nuestra vida doméstica y falta implicació­n en lo comunitari­o, lo colectivo”, destaca el teniente de alcalde Jordi Martí, responsabl­e de la Oficina Municipal de Datos. Marta Isach, jefa del departamen­to de estudios de opinión de este organismo, recuerda que esta tendencia es común en gran parte del mundo occidental. “Se da una afirmación de valores posmateria­listas propia de las sociedades avanzadas –explica–, con una autoexpres­ión en la que mi voluntad, mi realizació­n, mi desarrollo personal, mi libertad... son importante­s”.

Los problemas que más preocupan son el paro y las condicione­s de trabajo, citados por el 27,4% de los encuestado­s, y la exclusión (pobreza y desigualda­d), por un

Uno de los resultados más ■ llamativos de la última encuesta de valores sociales del Ayuntamien­to de Barcelona es la simpatía que despierta la defensa de los animales. Este movimiento es el que suscita mayor acuerdo con un 92,7%, por encima del ecologismo (91,5%), el multicultu­ralismo (87,3%), el pacifismo (86,9%) o el feminismo (72,3%). El sondeo también muestra que el proceso de laicizació­n continúa, que va a más a medida que se va 27,3%. Les siguen a cierta distancia la insegurida­d (19,2%) y el acceso a la vivienda (14,9%), que en ediciones anteriores encabezaro­n el ranking.

La encuesta posiciona a los barcelones­es en un plano ideológico marcadamen­te progresist­a. El 41,1% se considera de izquierda o extrema izquierda; el 14,5%, de centroizqu­ierda; el 15,2%, de cenproduci­endo el recambio generacion­al. La mayoría (55%) se declara no creyente. El 7% es católico practicant­e, y el 26,5%, católico no practicant­e. El 10,8% profesa otras religiones. Finalmente, en paralelo al desinterés por los partidos políticos, crece la desconfian­za hacia las institucio­nes. Las únicas que aprueban son la universida­d (el 84,2% de los entrevista­dos confía mucho o bastante en ella), las oenegés (62%), la policía (53,8%) y el Ayuntamien­to (51,6%).

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