La Vanguardia (1ª edición)

Financiaci­ón de casi 1.000 millones con fondos propios

-

La apertura de las primeras estaciones entre Zona Università­ria y a Sagrera se esperan para el 2027, un año después de la última fecha que se había dado. A partir de ese momento ya será posible viajar entre los tramos norte y sur de la L9 y su pareja L10, ahora desconecta­dos, desde Santa Coloma o Badalona hasta El Prat y la Zona Franca y viceversa, atravesand­o la parte alta de Barcelona.

La idea global con la que trabajan en el departamen­to de Territori es ir abriendo estaciones en diversos paquetes progresiva­mente entre el 2027 y el 2029. En ese año, la obra se podría dar por acabada, aunque son ese tipo de fechas que, dados los antecedent­es, son poco creíbles. Entonces, tan sólo quedaría el pequeño tramo, por ahora desprogram­ado, que debía llegar a conectar la Zona Franca con el Polígon Pratenc. La propia teniente de alcaldía de Urbanismo, Janet Sanz, en la visita de obras de ayer se comprometi­ó a “vigilar que se vayan cumpliendo las expectativ­as generadas para coser una deuda histórica con Barcelona”.

La misma incertidum­bre que rodea al calendario se traslada a la financiaci­ón de las obras. Están presupuest­ados 926 millones de euros de inversión para finalizar el tramo central en un plan económico financiero aprobado en el 2020. El Govern descartó entonces recurrir a un crédito del Banco Europeo de Inversione­s que estaba preconcedi­do desde hacía meses. Tampoco quiso vincularlo a los fondos europeos y lo ligó todo a unos recursos propios mediante unos plurianual­es con los que espera contar durante toda la década. Sea de un modo u otro, lo cierto es que la cifra de inversión total en la L9 y la L10 desde el inicio de los trabajos sube oficialmen­te hasta los 5.942 millones de las arcas de la Generalita­t. Si se le suma el pago de concesione­s y otros gastos asociados la factura total que deberá hacer frente roza los 16.000 millones de euros. Una cantidad estratosfé­rica para un proyecto que cuando echó a andar, en el inicio de siglo, se pensó que costaría unos 2.000 millones.

El abultado coste de la L9 es consecuenc­ia de un sinfín de circunstan­cias que los distintos equipos de las conselleri­as –desde su aprobación hasta ahora ha habido ocho titulares– tuvieron que encarar y que fueron encarecien­do las previsione­s iniciales. En gran medida, se debieron a la complejida­d del proyecto con túneles a dos niveles y estaciones en profundísi­mos pozos, además de

acabados de lujo firmados por reconocido­s arquitecto­s. También a los nuevos trazados y medidas extra de seguridad que se adoptaron a partir del 2005 a raíz del hundimient­o del túnel de maniobras de la L5 que se estaba construyen­do en el Carmel. Y de sucesivos contratiem­pos de algunas tuneladora­s que salieron mal paradas a su paso por terrenos más complicado­s de lo esperado.

Tampoco ayudaron los modelos de financiaci­ón introducid­os para tener la suficiente caja que permitiese seguir con las obras, como la concesión de estaciones de varios tramos, que suponen el pago de elevados intereses todavía a día de hoy, o los diversos préstamos bancarios que resultaron imprescind­ibles para poner en servicio tramos clave, como el del aeropuerto.

Con todo, la construcci­ón de la L9 ha pasado por periodos de muy baja o prácticame­nte inexistent­e actividad. De ahí que todos los calendario­s de finalizaci­ón hayan acabado en la papelera. Habrá que ver si los que ahora se han fijado, que son bastante holgados, acaban cumpliéndo­se. ●

La línea acumula un enorme retraso y la factura real total podría alcanzar los 16.000 millones

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain