La Vanguardia (1ª edición)

El fabuloso estudio modernista del fotógrafo Pau Audouard

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El arquitecto Lluís Domènech i Montaner no derribó la casa ya existente en la esquina de lo que se dará en llamar la Mansana de la Discòrdia; tendió una fachada nueva y proyectó la decoración interior no solo del principal, residencia del propietari­o Lleó i Morera, sino de cada uno de todos los pisos.

El primer inquilino de los bajos fue el ya muy destacado fotógrafo Pau Audouard. Constaba de tres niveles: subsuelo, planta y entresuelo. La decoración modernista siguió el estilo non vacui: no dejaba el menor espacio sin intervenir. Domènech se responsabi­lizó de la dirección general, bajo la que trabajó uno de los equipos más profesiona­les.

El vestíbulo corrió a cargo del polifacéti­co Adrià Gual, dramaturgo, escenógraf­o y pintor; el mobiliario: Busquets; lampisterí­a: Riera; pintor decorador: Vilaró; vidrieras: Rigalt & Granell; marqueterí­a: Homar;

escultura y talla ornamental: Juyol. Gual también intervino en el estudio, para el que pintó una buena veintena de telones de fondo para ambientar los retratos.

La mayoría de los citados artesanos también trabajaron el otro espacio más decorado, la sala de espera, en la que destacaba

La influencia del noucentism­e impulsó a destruir en 1943 todo aquel conjunto

una formidable chimenea. La crítica elogió los resultados.

El propietari­o Albert Lleó i Morera sufragó una parte de los gastos generados por tal despliegue, que otorgaba categoría a la casa.

La inauguraci­ón resultó un gran éxito, celebrado en el restaurant­e Justin.

Fue significat­ivo que el Ayuntamien­to le otorgara el primer premio del mejor edificio construido en 1905, así como el segundo accésit concedido al más destacado establecim­iento comercial.

Por aquel estudio fotográfic­o desfilaron una serie de cómicos vinculados a Gual. Y también los más significat­ivos burgueses de la época, que participab­an en el baile de disfraces organizado por el teatro Lírico, tenido por un pequeño Liceu, y en el de máscaras del Cercle Artístic.

Toda esta magnificen­cia fue destruida en 1943, al ser ocupado por la tienda Loewe. El autor del proyecto, Francisco Ferrer, no estaba colegiado en Barcelona y necesitó una firma, que, encantado, la estampó el arquitecto Raimon Duran Reynals en su calidad de ferviente practicant­e del noucentism­e: detestaba el modernisme.c

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El vestíbulo exhibe el estilo logrado bajo la dirección de Domènech i Montaner

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