La Vanguardia (1ª edición)

El fin del espejismo

- Mariano Guindal

e comenta mi amigo Sergio Lorenzi que la economía española, con una baja productivi­dad y una deuda de 1,45 billones de euros, con “b” de barbaridad, ha estado viviendo de la ilusión de los bajos intereses y de la compra de bonos españoles por el BCE. Pero este espejismo llega a su fin a pesar de los esfuerzos que está realizando el BCE para evitar la crisis de deuda de los países periférico­s.

Por muy grande que sea el paraguas que nos ponga Christine Lagarde, lo que está claro es que más pronto que tarde tenemos que enfrentarn­os a nuestra realidad. España gasta más de lo que produce. El gobierno de coalición progresist­a desde su llegada al poder ha vivido una ficción. Su objetivo era hacer una política de carácter social para repartir la riqueza que se estaba creando con la recuperaci­ón. Y, además, evitar que el impacto de la pandemia y la guerra de Ucrania golpearan a los sectores más débiles de la sociedad. Para ello se crearon conceptos como el escudo social, la recuperaci­ón justa, los ERTE (que ya existían) o el mantenimie­nto del poder adquisitiv­o de las pensiones.

Todas esas medidas han sido aplaudidas y defendidas por la sociedad. Sin embargo, y esta ha sido la ficción, no estábamos repartiend­o la riqueza que se estaba creando, sino gastando muy por encima de lo que estábamos produciend­o. Dicho de otra manera, la política social de este Gobierno se ha pagado en buena parte con deuda en lugar de haberlo hecho con un aumento de la productivi­dad.

Desde que ha llegado Pedro Sánchez a la Moncloa la deuda pública se ha incrementa­do en 300.000 millones de euros y el déficit estructura­l en 30.000 millones de euros y sigue creciendo. Es cierto que el BCE y el FMI nos animaban a endeudarno­s cada día más para evitar que cayéramos en una depresión. Esta fue la razón por la que pusieron bajos tipos de interés, que llegaron a ser negativos, y nos compraron toda la deuda que generábamo­s.

Algunos pensaban que se trataba de deuda perpetua de la que no hay que pagar. Dinero gratis. Así España ha agotado el crédito para varias generacion­es. Hemos hipotecado a nuestros hijos y a nuestros nietos. Pero en economía hay un principio fundamenta­l: nada es gratis. Siempre hay alguien que acaba pagándolo. Y ahora lo estamos viendo con una brutal subida de la inflación que está haciendo

Hay que evitar que el servicio de la deuda absorba gran parte del gasto público

más pobres a los ciudadanos. Dicho en román paladino: estamos pagando la deuda que hemos acumulado a través del incremento de los precios.

El BCE nos exige más rigor y un plan para ir reduciendo gradualmen­te el déficit público estructura­l. Como en el refrán popular, Dios ayuda a quien le ayuda. Tenemos

que evitar que una buena parte del gasto público en el futuro se destine a pagar el servicio de la deuda como sucedió en el pasado. Los inversores cada vez nos van a cobrar más por prestarnos dinero. Como nos recordaba el profesor Andreu Mas Collell, sin incrementa­r la productivi­dad ni se pueden aumentar las pensiones ni nada.

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