La Vanguardia (1ª edición)

El misterio ovni de Barcelona

- Econm a4iguet

Qué investigó el Congreso del 17 de mayo pasado sobre avistamien­tos de UFO por militares?

Para empezar, constató que es remarcable que se haya pasado de 144 avistamien­tos de UAP (fenómenos aéreos no identifica­dos) que reconoció el director nacional de Inteligenc­ia en mayo del 2021 a 400 desde entonces.

¿No se deberá este incremento al de la tensión bélica durante estos últimos meses?

El registro del US National UFO Reporting Center, desde que fue creado en 1974, no ha dejado de computar al menos un avistamien­to incontesta­ble cada mes.

¿El incremento de avistamien­tos no puede ser debido a drones o tecnología espía?

Es cierto que muchos de esos UAP son detectados –la mayoría por pilotos militares– en lugares de interés estratégic­o, como centrales nucleares o bases de la Fuerza Aérea, pero eso no dice nada sobre su origen o misión.

¿Por qué el Departamen­to de Defensa no ha publicados los UAP durante años?

Porque no era cómodo publicar su ignorancia. Pero hemos sido muchos lo que hemos presionado para conseguir que se volvieran a hacer públicos y lo hemos conseguido. Entre 1947 y 1969, la USA Air Force recibió más de 12.618 informes oficiales de avistamien­tos de UAP por pilotos. Y solo 700 fueron clasificad­os y certificad­os como “no identifica­dos”.

¿Por qué deben hacerse públicos?

Porque, vengan de donde vengan, los UAP son una amenaza para la seguridad nacional y el ciudadano merece conocerlos en la medida en que su propia seguridad lo permita.

Otras fuentes temen que sean supertecno­logía en pruebas de potencias rivales.

En cualquier caso, sean drones, supertecno­logía rival o algo que confirme la hipótesis científica de vida en otros planetas, nuestro deber como garantes de la seguridad es detectarlo­s, registrarl­os e identifica­rlos.

¿Si los UAP resultan ser tecnología rusa o china, también los harían públicos?

En cualquier caso, estamos asistiendo a un cambio de actitud histórico respecto a esos avistamien­tos. Y creo que tanto Luis Elizondo, el gran especialis­ta en UAP del Pentágono, como yo mismo hemos conseguido que esa fuente de datos valiosos no se pierda.

¿Solo los pilotos reportan avistamien­tos?

Vamos a ver grandes cosas y también peque

La hipótesis más socorrida para explicar el aumento de los UAP (fenómenos aéreos no identifica­dos con verificaci­ón militar, no es requerida en los ovnis) es que la guerra de Ucrania y la tensión en Taiwán han disparado la inversión en defensa y detección aérea, y así también los avistamien­tos insólitos por pilotos más alerta que nunca. La nueva guerra fría explica también que el Congreso de EE.UU. dedique una audiencia a la revisión de los UAP (con un aparte confidenci­al). El otro misterio es el que ha transforma­do Barcelona en capital de los estudiosos de UAP y UFO de todo el planeta que se reunirán aquí en el Congreso de Ufología de septiembre próximo para ver a ponentes pagados –sin subvencion­es– con cifras de mareo, entre los que está el propio Mellon, dispuesto a “revelar lo más intrigante de años de vigilancia militar”.

Porque los ciudadanos quieren saber qué objetos y por qué invaden nuestro espacio y sentirse protegidos. Y ese cambio dará frutos. Ahora sabremos cosas sin necesidad de partidas presupuest­arias específica­s, porque los medios ya están. Y por eso ya se analizaron esos 400 informes UAP en el Congreso.

¿Por qué se ha implicado usted en la investigac­ión de avistamien­tos?

Viví la carrera espacial de la guerra fría y creo que es interés de mi país y de la humanidad continuarl­a. Después, desde la comunidad de Inteligenc­ia, investigué y crucé datos.

¿Cuál ha sido el avistamien­to más intrigante que usted ha investigad­o?

Todavía es el caso Nimitz del 2004, porque fue un objeto detectado por varios pilotos y técnicos en un día con perfecta visibilida­d.

¿Cómo era el objeto?

Blanco, de 15 metros de largo en las pantallas, no tenía alas, pero se movía con una agilidad insólita en nuestros aparatos y una capacidad de aceleració­n que dejó atónitos a los muchos testigos del portaavion­es Nimitz.

¿Qué pensaron al verlo?

En las grabacione­s de sus contactos por radio coinciden en que lo vieron alzarse de repente unos 25.000 metros para descender luego a unos 6.000 metros. Lo registraro­n también los radares, cuyas mediciones archivamos y que concuerdan con los sistemas infrarrojo­s.

¿Qué era?

Aún no lo sabemos. Personalme­nte no descarto ninguna hipótesis aún. Lo más intrigante de los UAP es que no presentan sistemas de propulsión... Al menos, detectable­s.

¿Si hay seres extraterre­stres, decía Fermi, por qué aún no nos han visitado?

Por la misma razón por la que tantos humanos vamos al zoo sin hablar con los animales. Tal vez vengan y no les interesemo­s.

¿Por qué deben interesarn­os ellos?

Para empezar por una cuestión ya no solo de seguridad nacional, sino planetaria. Y el personal militar hoy está tan conciencia­do de que sirve a ambas que los casos de avistamien­to se han triplicado.

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