La Vanguardia (1ª edición)

Gobernar sin pensar

- Francesc Granell

emos muchas veces que nuestras autoridade­s actúan de forma irreflexiv­a sin un análisis profundo de las consecuenc­ias de las decisiones que adoptan. Lo estamos viendo estos días con el caso del reconocimi­ento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental y sus implicacio­nes para las relaciones con Argelia y el suministro de gas; lo estamos viendo en el colapso de la AP-7 tras la supresión del peaje y el subsiguien­te desvío del tráfico hacia la autopista ahora gratuita, y también con la nueva perspectiv­a de casi colapso del aeropuerto de Barcelona tras la decisión de nuestras autoridade­s de no aceptar el proyecto de ampliación propuesto por Aena y que, de rebote, sirve para que no se amplien las inversione­s públicas en Catalunya, lo cual, a su vez, estimula el victimismo de que en Madrid se centraliza cada vez más. Esto lo vemos también en Barcelona en donde el invento de las supermanza­nas, que restringe la circulació­n por ciertas calles, tiende a colapsar otras vias alternativ­as con consecuenc­ias sobre la polución ambiental y acústica y, en definitiva, la degradació­n del Eixample de Cerdà.

Son ejemplos de situacione­s que demuestran que la adopción de medidas poco meditadas o poco analizadas en profundida­d pueden causar mucho daño aunque a primera vista pueda dar la sensación de que están en línea de ciertas aspiracion­es populares o con ideas asociadas a la ideología de quien tiene el poder.

Está claro que la aspiración a la supresión de los peajes aprovechan­do el fin de una concesión iba a ser muy popular, pues en Catalunya se comparaba el pago de estos peajes con la realidad de carreteras libres en buena parte del resto de España, pero el problema es que la prestación de servicios públicos y el mantenimie­nto de infraestru­cturas es algo que debe asumirse y ahora nos encontramo­s ante la triste realidad de unas autopistas gratuitas pero atiborrada­s de vehículos.

Mucha gente creyó que derribar las garitas de cobro del peaje era una gran victoria, pero ahora vemos que habrá que asumir el coste de mantenimie­nto de las autopistas con mecanismos de pago alternativ­os. Y aquí volveremos a tener enfrentami­entos entre quienes querrían un pago alternativ­o sufragado por todos los contribuye­ntes nacionales y turistas usuarios y quienes defienden que deberán pagar el coste de mantenimie­nto los

No pueden adoptarse decisiones precipitad­as en lo que nos afecta a todos

que usan efectivame­nte las autopistas –o sea, algo semejante al viejo peaje–.

Todo estos ejemplos nos dicen que hay que ser muy consciente de que no pueden adoptarse decisiones precipitad­as en las cuestiones que nos afectan a todos y que hay que ser muy cuidadoso a la hora de cambiar o no cambiar cosas que tenían más o menos sentido pero cuya eficacia no había sido previament­e analizada.

Como dice el refrán “de sabios es rectificar y de locos persistir en el error” y se me antoja que aquí nos aferramos a decisiones adoptadas equivocada­mente que no se quieren modificar porque sería reconocer que se tomaron sin reflexión.

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