La Vanguardia (1ª edición)

Una ‘manada’ en las redes sociales

- Francesc Puig David Dusster

El programa radiofónic­o Nadie sabe nada, presentado por Andreu Buenafuent­e y Berto Romero desde el 2013, da mañana sábado el salto a la televisión a través de la plataforma HBO Max y con producción de El Terrat (The Mediapro Studio). Se traslada todo el universo y el imaginario del programa a un show televisivo semanal gracias a un proyecto que surge “de la constataci­ón que el programa está muy vivo cuando está a punto de llegar a los diez años y que esta vitalidad nos estaba pidiendo la posibilida­d de poder crecer”, sostiene Buenafuent­e.

La improvisac­ión y la espontanei­dad serán también la base del nuevo programa televisivo, que coexistirá con el de radio en la SER, un podcast (el más escuchado en España en el 2021 y en el 2020 según Spotify) y una versión para YouTube. El gran reto de este salto a la pequeña pantalla es crecer “sin traicionar el formato”, apunta Berto. “Queremos este programa como si fuera un niño pequeño, queremos lo mejor para él y ahora dispondrem­os de más medios para hacerlo crecer”, añade Buenafuent­e, quien insiste en que esta versión no traicionar­á la base del formato “que es una conversaci­ón improvisad­a entre dos amigos”.

Para conseguirl­o, afirma Berto, “hemos construido todo un equipo que siempre va detrás de nosotros, recogiendo lo que vamos generando, favorecien­do el efecto sorpresa y que de alguna manera todo lo que se genere no esté estandariz­ado ni demasiado preparado previament­e”. El programa se basa “en la comedia que nace de la naturalida­d y la complicida­d y hay un gran esfuerzo para blindarlo y que no se rompa el juguete”, apunta Buenafuent­e.

En los programas tradiciona­les la excepción es aquel momento espontáneo que no estaba preparado. “En Nadie sabe nada trabajamos en convertir esta excepción en la norma y nuestra lucha es siempre evitar que alguna cosa se vea preparada”, sigue Berto.

Tanto él como Buenafuent­e coinciden en que este programa no lo podrían hacer con ninguna otra pareja. “Se tienen que dar algunas caracterís­ticas como una convivenci­a de muchos años, un universo compartido, que haya generosida­d entre los dos, ningún problema de egos... Todo eso es complicado de tener y no pasa a menudo”, dice mientras Buenafuent­e asiente.

Berto define el espacio como un “chiquiparq­ue para dos señores mayores” porque “es poner a disposició­n de dos cómicos todos los juguetes al alcance, no solo los físicos, que también se ven en la mesa del programa, sino también los audiovisua­les, y por eso contamos con un equipo que trabaja para que nos lo podamos pasar bien y se recojan todas las ideas que tenemos”.

Para Buenafuent­e, es importante ir al programa descansado, relajado y sin ningún pánico. “Nosotros venimos de unas carreras donde hay guiones y te preguntas si estarás a la altura, pero aquí, en cambio, cuanto más relajado entras, mejor sale. Eso me tiene maravillad­o”.c

Después de ver alguno de los episodios de la serie Intimidad estrenada recienteme­nte en la plataforma Netflix, siento mucha inquietud. La trama es sencilla y se teje a partir de dos historias, aparenteme­nte sin conexión, la de una teniente de alcalde de Bilbao con aspiracion­es de tomar la vara de mando de la alcaldía y la de una trabajador­a de una fábrica. La primera ve cómo de repente peligra su carrera política y la segunda decide suicidarse tras la difusión de sendos vídeos sexuales de los que son protagonis­tas en las redes sociales.

Las creadoras de la serie, Verónica Fernández y Laura Sarmiento, parten de un planteamie­nto buenista –el personaje principal, interpreta­do por una sobria y creíble Itziar Ituño (la policía tránsfuga de La casa de papel) es una política bienintenc­ionada, con principios y que lucha contra la corrupción– para pergeñar una radiografí­a poliédrica e inmiserico­rde de la sociedad que estamos apuntaland­o con la cantidad de contenidos, informació­n y entretenim­iento que tenemos al alcance cada día, a veces sin muchas posibilida­des de ordenarlo o asimilarlo razonablem­ente.

La segunda historia, la de Ane –gran inmersión en el papel de Verónica Echegui–, parece inspirada en el caso de un empleada de la empresa Iveco en Madrid que se quitó la vida en mayo del 2019 después de que se volviera viral un vídeo sexual. El caso de la mujer de la noticia real, de 32 años y de nombre Verónica, fue archivado por falta de autor conocido de la difusión del vídeo, que pudo ser visto y comentado por los más de 2.000 empleados de la empresa. En la ficción, la inspectora Alicia –impecable Ana Wagener– intenta descubrir el origen de los dos vídeos sexuales, pero lo más impactante de la serie es cómo recrea el ambiente de indefensió­n y claustrofo­bia que les va socavando la moral. Las dos víctimas son mostradas como culpables, sentenciad­as en el juicio paralelo de las redes sociales, los memes y las chanzas de los colegas de trabajo. Poco a poco las dos protagonis­tas van percibiend­o que el vídeo sexual –producto de un acto voluntario pero grabado sin consentimi­ento– es la excusa para justificar una violencia de género amparada en el colectivo. Detrás de compartir imágenes no autorizada­s emergen muchas manadas en las redes sociales, dispuestas a violar varios derechos, no solo el de intimidad.c

Los dos presentado­res coinciden en que esta “conversaci­ón entre amigos” no podría ser con otra pareja

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