Saber perder

Fue un clásico muy intenso, con polémicas como marcan los cánones, y que se decidió por detalles. Por ejemplo, el de Causeur fallando un triple en la última posesión que le hubiera dado media liga a los blancos. Simplemente eso, unos centímetros fueron los que le negaron el triunfo al aspirante y no una conspiración paranoica.

Sucede que este Madrid no ha encajado nunca demasiado bien las derrotas. Especialmente contra el Barça, que a pesar de su reguero de éxitos no han sido pocas. Pero el miércoles fue un paso más allá y traspasó varias líneas rojas, empezando por los tuits de algunos de sus jugadores, dignos de los Ultra Sur.

En cualquier competición seria, y la ACB ha dado muestras de que lo es, la intimidación de Yabusele sobre Pérez Pizarro tras el bocinazo final merecería una sanción ejemplar. De momento, no parece que eso vaya a suceder porque sorprendentemente no se reflejó en el acta. También Rudy Fernández tuvo un comportamiento poco deportivo, y tras estar todo el partido protestando (oh, sorpresa) enloqueció contra el trío arbitral tras la última (y meridiana) falta de Tavares sobre Higgins. Tampoco parece que vaya a tener sanción.

Capítulo aparte merece la metamorfosis de Hanga, incapaz de romper un plato en Barcelona y que ahora parece formado en aquellos Bad Boys de Detroit. Más allá de su constante actitud retadora, optar por seguir jugando cuando Calathes estaba sangrando en el suelo dejó mucho que desear.

Sirvan, eso sí, estas líneas para ensalzar la actitud de Chus Mateo, ayudante de Laso y habitual en las protestas, que incluso en caliente no quiso ensuciar el triunfo del Barça. Fue el único madridista que supo perder. Bien por él.