La Vanguardia (1ª edición)

“El James Dean español”

- Tres se

La historia de la Fórmula 1 en España nace con el circuito barcelonés de Pedralbes y la Peña Rhin, el grupo de amantes del automovili­smo que impulsó, entre otras muchas competicio­nes, el primer Gran Premio puntuable para el Mundial de F-1. Sucedió en 1951, después de varios ensayos que demostraro­n su capacidad organizati­va y el atractivo de un recorrido que, con salida y meta en la Diagonal, transitaba por las avenidas de Esplugues y Pedralbes, el paseo de Manuel Girona y la calle de Numancia. La experienci­a fue un éxito absoluto, con victoria nada menos que de Juan Manuel Fangio con Alfa Romeo en una carrera decisiva para que el piloto argentino conquistar­a el primero de sus cinco títulos mundiales.

Con asistencia, cómo no, de las autoridade­s políticas, militares, policiales y ciudadanas de la época, de una ingente multitud y de los miembros de la Peña Rhin, con su presidente, el industrial cementero Joaquim Molins, a la cabeza, a las once de la mañana del domingo 28 de octubre de 1951 se dio la salida a 19 competidor­es, entre los que se hallaba el pionero español, el barcelonés Paco Godia, al volante de su Maserati. Fangio luchaba con los italianos Giuseppe Farina y Alberto Ascari y completó 442,12km (70 vueltas al circuito de 6,3 km) a una media de 158,936 por hora.

Godia pasó a la historia como el primero de los españoles. Compitió en F-1 hasta 1958 y llegó a acabar noveno del Mundial de 1956, una gesta que ninguno de sus sucesores superó hasta la llegada de Fernando Alonso. Curiosamen­te, entre los inscritos en ese GP de España de 1951 figura otro español, el también barcelonés Joan Jover Sañés, que había sido segundo de las 24 horas de Le Mans dos años antes. Pero a Jover le falló el motor de su Maserati y no pudo tomar la salida.

La velocidad vivía entonces unos años de altísimo riesgo. Los accidentes mortales abundaban. Los miembros de la Peña Rhin comprobaro­n que ya no podían cumplir las medidas de seguridad, que se incrementa­ron tras un trágico accidente en Le Mans en 1955, y la historia del circuito ! "#$%&! '!(()(!

El accidente mortal de Alfonso ■ de Portago causó un enorme impacto. En ‘La Vanguardia’ le dedicaron tres crónicas especiales. El correspons­al en Nueva York, Ángel Zúñiga, señaló que “sus amigos de aquí tuvieron dolorosa confirmaci­ón de algo que sospechaba­n desde hacía tiempo, que el juego con la muerte en que estaba empeñado tendría este fin inevitable”. Desde París, Carlos Sentís explicaba que por algo le llamaban allí “el James Dean español”. Y el especialis­ta del motor, Lluís Dupré, remachaba: “Estaba obsesionad­o por la velocidad”.

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